Es siempre un gusto aprovechar este espacio, que alguna difusión ha adquirido, para compartir con ustedes los textos que gentilmente nos ceden nuestros distinguidos invitados. Mucho mayor es la satisfacción si el artículo viene de uno de nuestros amigos lectores, como en este caso, revalidando la intención dialogal con la que surge este blog.
Gustavo Urquidi, seguramente acicateado por la escasez de homenajes al gran filosofo Friedrich Nietzsche y aprovechando un nuevo aniversario de su desaparición física, nos envía un muy interesante artículo en torno al pensador alemán. Nietzscheanos como somos, esta oportunidad permite unirnos a Urquidi en la invitación para volver – acaso en eterno retorno – sobre el pensamiento de este filosofo.
Realmente es un privilegio poder contar con lectores como ustedes, y demás esta decir que la invitación a compartir opiniones, textos y afines en “Diseccionando a la Musa Perdida" está siempre abierta. Los dejamos con el texto de Gustavo Urquidi, a quien nuevamente agradecemos la gentileza.
Gustavo Urquidi, seguramente acicateado por la escasez de homenajes al gran filosofo Friedrich Nietzsche y aprovechando un nuevo aniversario de su desaparición física, nos envía un muy interesante artículo en torno al pensador alemán. Nietzscheanos como somos, esta oportunidad permite unirnos a Urquidi en la invitación para volver – acaso en eterno retorno – sobre el pensamiento de este filosofo.
Realmente es un privilegio poder contar con lectores como ustedes, y demás esta decir que la invitación a compartir opiniones, textos y afines en “Diseccionando a la Musa Perdida" está siempre abierta. Los dejamos con el texto de Gustavo Urquidi, a quien nuevamente agradecemos la gentileza.
NIETZSCHE
Gustavo A. Urquidi T.
“Yo no soy un hombre, soy dinamita”, así hablo Friedrich Nietzsche, y tenía razón. De todos los filósofos modernos él fue, de lejos, el más explosivo. Política y psicoanálisis, teología y literatura, teatro y música popular –las más diversas áreas de la cultura– están impregnadas del estilo de su pensamiento, ya sea como foco de polémica o fuente de inspiración. Así como es posible encontrar referencias suyas en oscuros tratados de metafísica, también es posible verlo citado en películas de Eddie Murphy y en muchas letras de Caetano Veloso, músico que, dicho sea de paso, se considera un nietzscheano. También usted, por ejemplo, seguramente ya estuvo delante de una idea de Nietzsche, como las esenciales: “Dios ha muerto” o “Más allá del bien y del mal”. Más de cien años después de su muerte (107 en realidad), en agosto de 1900, Nietzsche está lejos de ser una figura relegada al pasado, y aunque no se haya publicado en la prensa nada de él, o sobre él, en estos días, su trabajo y persona no dejan de ser actuales. Basta una visita a las librerías para darse cuenta de esto: constantemente aparecen nuevas traducciones de sus obras, se producen estudios sobre ella sin desmayo, se le dedican biografías (hagiografías algunas, infamantes retahílas otras) al autor, y las re-ediciones de sus textos u otros escritos dedicados al filósofo alemán son permanentes y seguros activos comerciales. A salvo de esta profusión, intentamos comprender cuáles son las causas de tanta fascinación. Nietzsche tuvo el mar entre sus huesos y construyó arrecifes para todas las voces, y en cada uno de sus muelles desembarcó la confianza extraviada, aunque muchos se resignaron a solo contemplar las mareas.
De manera muy esquemática, tal vez se puede decir que el alemán identificó la crisis que se hacia sentir en su tiempo, y que continúa hoy, prediciendo el actual desgarramiento de las tradiciones, la pérdida de creencias ancestrales. Habiéndolas anticipado, en lugar de enmascarar esta situación, Nietzsche decidió llevarla hasta las últimas consecuencias, abrazando un proyecto radical de crítica de todas las esferas de la cultura. Nietzsche no dejó en paz ningún fundamento moral y religioso, en cambio derribó la noción de verdad absoluta e intentó así trazar y tomar el pulso de los instintos subyacentes en las acciones humanas (no es por otra cosa que Freud lo consideraba como uno de sus precursores). Realizada esa tarea crítica, Nietzsche supo que debía proceder a proponer nuevos valores; puesto que era preciso encontrar otras formas de vivir, propias del hombre occidental. Para lograr aquello nadó contra corriente, contra dogmas y mitos, desmoronó los poderes establecidos y lo que consiguió fue tan monumental que hasta nuestros días todavía se oyen los ecos, de uno y otro lado.
Son todos esos temas los que aparecen en sus obras. Por ejemplo, en Crepúsculo de los Idolos, escrito en 1888, Nietzsche anuncia desde el principio que el libro debe ser tomado como “una declaración de guerra”, cuyos enemigos principales son los “mitos” de la metafísica, de la religión y de la moral. Como prueba compleja e irrefutable el texto empieza con un duro ataque a Sócrates, el fundador de la filosofía occidental, en una arriesgada como definitoria acción. Fechado diez años antes, Humano, Demasiado Humano, tiene también un severo núcleo crítico; pues en este libro, por ejemplo, Nietzsche defiende por primera vez su doctrina del perspectivismo, la idea de que no hay verdades definitivas, apenas interpretaciones sobre la realidad condicionadas por el punto de vista de quien las propone. Ya en el subtítulo del mismo libro el filósofo anuncia que aquel es “un libro para espíritus libres”. Ellos son los que abandonaron las verdades heredadas en favor de una vida plena de experiencias y aventura. Tal es el lado “constructivo” de su pensamiento y el de más fuerte apego por lo popular. En estas obras comienza a delinearse el temple de su genio, en el que son tan importantes los temas como el formato de su pensamiento. Distante del estilo casi inhumano de Kant, Nietzsche se regocijaba en las metáforas, los vuelos de retórica y la musicalidad de la lengua alemana. Por su fuerza literaria Nietzsche, un gran escritor en derecho propio, influenció a importantes autores del siglo XX, como al austríaco Rainer Maria Rilke, el francés Albert Camus, el alemán Thomas Mann, entre muchos otros, que han bebido directa o indirectamente de su fuente temática o formal.
Al margen de esto, la forma estilística por la que Nietzsche siempre levantó más debates fue el aforismo, expresión por la que guardaba gran afición. Sus primeros libros habían sido escritos como disertaciones, pero después de Humano, Demasiado Humano, el alemán optó por esa forma corta, que nunca más abandonó y que cultivó con magistral fruición. Nietzsche era un enemigo ardiente de los grandes sistemas teóricos: “Desconfío de todos los hombres que tienen sistemas”, escribe en Crepúsculo de los Idolos, reforzando el fuste de su pensamiento. En otras palabras, el pensamiento fragmentario y muchas veces contradictorio que manejaba Nietzsche era parte de su proyecto filosófico y la del aforismo la forma ideal para articularlo.
Al referirse sobre algunos acontecimientos de su actualidad, Nietzsche defendía el pro y el contra, por lo que en ese entonces casi todos los movimientos culturales y políticos concebidos se apropiaron de sus ideas, en muchos casos sin comprenderlas o tergiversando su verdadero sentido (cosa que sigue sucediendo con calamitosa frecuencia). El ejemplo más “célebre” sin duda fue el del nazismo, que amparado en pasajes de sus libros, en los que se hace un elogio de la fuerza, de la virilidad, de la “voluntad de poder”, acabaron leyendo cuestiones racistas y despreciativas del judaísmo, por lo que muchos “intelectuales” nazis citaban sin empacho a Nietzsche como una suerte de ideólogo. Diversos estudios demuestran cómo casi todas las citas de Nietzsche apropiadas por los nazis fueron falsificadas o arrancadas de su contexto, lo que libra de tal denostacion al gran filosofo. Un ejemplo ya clásico en tal sentido, tan pedestre que bordea la ironía, es el del aforismo 475 de Humano, Demasiado Humano, en el que Nietzche ataca el nacionalismo y el antisemitismo (dos de los pilares de la política del III Reich); sin embargo el texto aparece en panfletos nazis como si afirmase exactamente lo contrario. Claro, Nietzsche no estaba vivo para atestiguar el uso distorsionado de sus textos. Pero no es difícil imaginar lo que hubiese dicho, mucho más si sabemos que él no quería discípulos intelectuales, sin importar fueran estos bien o mal intencionados.
Paradójica, intencional y más recientemente, Saramago en sus novelas humaniza un perro mientras muchos humanos, entre ellos intelectuales, se fosilizan. Preciosa figura. El cariño por Nietzsche es similar al que sentimos por Cipriano Algor, filosófico personaje del escritor portugués. Cuando nuestro filósofo sale de la Cueva (Platón) nadie le cree y la gran mayoría no le entiende, cuando Cipriano entra a la Caverna (Saramago) no le queda más que alejarse. La lección más importante de la obra Nietzscheana es tal vez la de más sencilla interpretación, pero de realización en extremo compleja: Es necesario pensar con independencia. Obviamente Nietzsche vivía más allá del bien y del mal.
De manera muy esquemática, tal vez se puede decir que el alemán identificó la crisis que se hacia sentir en su tiempo, y que continúa hoy, prediciendo el actual desgarramiento de las tradiciones, la pérdida de creencias ancestrales. Habiéndolas anticipado, en lugar de enmascarar esta situación, Nietzsche decidió llevarla hasta las últimas consecuencias, abrazando un proyecto radical de crítica de todas las esferas de la cultura. Nietzsche no dejó en paz ningún fundamento moral y religioso, en cambio derribó la noción de verdad absoluta e intentó así trazar y tomar el pulso de los instintos subyacentes en las acciones humanas (no es por otra cosa que Freud lo consideraba como uno de sus precursores). Realizada esa tarea crítica, Nietzsche supo que debía proceder a proponer nuevos valores; puesto que era preciso encontrar otras formas de vivir, propias del hombre occidental. Para lograr aquello nadó contra corriente, contra dogmas y mitos, desmoronó los poderes establecidos y lo que consiguió fue tan monumental que hasta nuestros días todavía se oyen los ecos, de uno y otro lado.
Son todos esos temas los que aparecen en sus obras. Por ejemplo, en Crepúsculo de los Idolos, escrito en 1888, Nietzsche anuncia desde el principio que el libro debe ser tomado como “una declaración de guerra”, cuyos enemigos principales son los “mitos” de la metafísica, de la religión y de la moral. Como prueba compleja e irrefutable el texto empieza con un duro ataque a Sócrates, el fundador de la filosofía occidental, en una arriesgada como definitoria acción. Fechado diez años antes, Humano, Demasiado Humano, tiene también un severo núcleo crítico; pues en este libro, por ejemplo, Nietzsche defiende por primera vez su doctrina del perspectivismo, la idea de que no hay verdades definitivas, apenas interpretaciones sobre la realidad condicionadas por el punto de vista de quien las propone. Ya en el subtítulo del mismo libro el filósofo anuncia que aquel es “un libro para espíritus libres”. Ellos son los que abandonaron las verdades heredadas en favor de una vida plena de experiencias y aventura. Tal es el lado “constructivo” de su pensamiento y el de más fuerte apego por lo popular. En estas obras comienza a delinearse el temple de su genio, en el que son tan importantes los temas como el formato de su pensamiento. Distante del estilo casi inhumano de Kant, Nietzsche se regocijaba en las metáforas, los vuelos de retórica y la musicalidad de la lengua alemana. Por su fuerza literaria Nietzsche, un gran escritor en derecho propio, influenció a importantes autores del siglo XX, como al austríaco Rainer Maria Rilke, el francés Albert Camus, el alemán Thomas Mann, entre muchos otros, que han bebido directa o indirectamente de su fuente temática o formal.
Al margen de esto, la forma estilística por la que Nietzsche siempre levantó más debates fue el aforismo, expresión por la que guardaba gran afición. Sus primeros libros habían sido escritos como disertaciones, pero después de Humano, Demasiado Humano, el alemán optó por esa forma corta, que nunca más abandonó y que cultivó con magistral fruición. Nietzsche era un enemigo ardiente de los grandes sistemas teóricos: “Desconfío de todos los hombres que tienen sistemas”, escribe en Crepúsculo de los Idolos, reforzando el fuste de su pensamiento. En otras palabras, el pensamiento fragmentario y muchas veces contradictorio que manejaba Nietzsche era parte de su proyecto filosófico y la del aforismo la forma ideal para articularlo.
Al referirse sobre algunos acontecimientos de su actualidad, Nietzsche defendía el pro y el contra, por lo que en ese entonces casi todos los movimientos culturales y políticos concebidos se apropiaron de sus ideas, en muchos casos sin comprenderlas o tergiversando su verdadero sentido (cosa que sigue sucediendo con calamitosa frecuencia). El ejemplo más “célebre” sin duda fue el del nazismo, que amparado en pasajes de sus libros, en los que se hace un elogio de la fuerza, de la virilidad, de la “voluntad de poder”, acabaron leyendo cuestiones racistas y despreciativas del judaísmo, por lo que muchos “intelectuales” nazis citaban sin empacho a Nietzsche como una suerte de ideólogo. Diversos estudios demuestran cómo casi todas las citas de Nietzsche apropiadas por los nazis fueron falsificadas o arrancadas de su contexto, lo que libra de tal denostacion al gran filosofo. Un ejemplo ya clásico en tal sentido, tan pedestre que bordea la ironía, es el del aforismo 475 de Humano, Demasiado Humano, en el que Nietzche ataca el nacionalismo y el antisemitismo (dos de los pilares de la política del III Reich); sin embargo el texto aparece en panfletos nazis como si afirmase exactamente lo contrario. Claro, Nietzsche no estaba vivo para atestiguar el uso distorsionado de sus textos. Pero no es difícil imaginar lo que hubiese dicho, mucho más si sabemos que él no quería discípulos intelectuales, sin importar fueran estos bien o mal intencionados.
Paradójica, intencional y más recientemente, Saramago en sus novelas humaniza un perro mientras muchos humanos, entre ellos intelectuales, se fosilizan. Preciosa figura. El cariño por Nietzsche es similar al que sentimos por Cipriano Algor, filosófico personaje del escritor portugués. Cuando nuestro filósofo sale de la Cueva (Platón) nadie le cree y la gran mayoría no le entiende, cuando Cipriano entra a la Caverna (Saramago) no le queda más que alejarse. La lección más importante de la obra Nietzscheana es tal vez la de más sencilla interpretación, pero de realización en extremo compleja: Es necesario pensar con independencia. Obviamente Nietzsche vivía más allá del bien y del mal.
gustavo a. urquidi t.
7 comentarios:
Perdon por las faltas hortograficas. Garcia Marquez no hacia caso a la hortografia y parece que me lo he tomado en serio. Que lindo articulo Don Javier. Se nota que no es tuyo.Viva el BIGOTON. El uso de lenguaje no rebuscado muestra claramente que se trata de otro autor. Bueno un gusto volver a este blog que siempre se ha carecterisado por el NO-SENSACIONALISMO Y NO- CHISMERIO.
Son un ejemplo de BLOGS CULTURALES.
Un abrazo
Crispin.
P.D: ¿Que saben de mi fan numero uno?. Ese extraño muchacho cuyo nombre no tiene nada que ver con el amante de Julieta. jejejeje.
Cada vez que me enfrento a un texto escrito por Nietzsche o que repasa los sinuosos caminos de su obra pienso en la libertad instintiva, la libertad animal...
La vida no es capricho, es libertad.
cristobal rios: nno vas a haser otro guion? ¿que paso? y la llamita 2?
Excelente artículo que pone las tildes en su lugar. Como siempre este blog esta en la mejor onda. Esperamos que continuen así y no se dejen influenciar por modas ni ismos. Felicidades.
Un lector asiduo que bebe extasiado la sangre de las musas.
El artículo no aporta nada nuevo, habla desde las ya conocidas interpretaciones de la obra de Nietzsche. Además, está lleno de posturas antiperspectivistas que siguen el juego que combate justamente Nietzshe. Por ejemplo, cuando explica que "casi todos los movimientos culturales y políticos concebidos se apropiaron de sus ideas, en muchos casos sin comprenderlas o tergiversando su verdadero sentido", el autor está admitiendo implícitamente que los textos tienen un "único" sentido, profundo, al cual deberíamos acceder mediante operaciones casi de arte ocultista. Hay que recordar que el propio Nietzsche celebró que no hay hechos solo interpretaciones. Así pues, el artículo se desarticula solito.
Creo que este artículo, como bien anota Javier, solo pretende dar un justo homenaje a uno de los grandísimos de todos los tiempos, pretender aportar algo nuevo sería caer en las posturas antiperspectivistas de las que hablan arriba y muchos pensadores notables han caido en ridículo al pretender aquello. Creo también que debemos comprender mejor las palabras "verdadero" y "sentido" para comprender lo que se quiere decir. Y no suponer lo que se quiso decir que es peor que lo que se critica. Solo se necesita sentido común.
Es una pena que todavia haya personas que necesitan que se les explique el significado de las cosas, como ese tal Chafo. Las explicaciones solo sirven para votarlas al basurero, es como en el sexo: Para quien goza ninguna explicacion es necesaria, para quien no goza ninguna explicacion es posible. Si no entiendes a Zaratrusta querido Chafo no es culpa de los demas.
gautama
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