domingo, junio 06, 2010

Primavera Sound 2010: Celestial desorden postraumático

Hoy "La Ramona" publicó una extensa crónica del festival San Miguel Primavera Sound 2010, realizado en Barcelona la pasada semana. Por motivos de espacio no pudimos "embutir" -es la palabra justa- más contenido en las páginas del suplemento, por lo que allí se publicaron crónicas de los conciertos más taquilleros del festival (Pavement, Pet Shop Boys, Broken Social Scene, The XX, etc.), dejando para este blog a otras bandas y artistas que también pudimos disfrutar en esos tres días de extasis indie. (Aquí pueden leerlas) A continuación, y sin más preámbulo, los dejamos con las mini-crónicas de los conciertos de Wilco, Pixies, Delorean, Orbital, Lee "Scratch" Perry y algunas otras bandas que igualmente se presentaron en ese fabuloso y agotador Primavera Sound 2010.



Delorean: La bestia que vino del Cantábrico
Escenario Pitchfork – Jueves 27 de Mayo, 3:15 am

Esto de pensar que el producto nacional es inferior parece que también lo heredamos de los españoles. Delorean, una banda vasca que está mereciendo el “amor” de toda la comunidad indie-hipster global, es prácticamente ninguneada en su país (que sigue prefiriendo el repulsivo pseudo-folk de Astrud, por ejemplo). Tuvo que ser la todopoderosa Pitchfork la que le recordase a los españoles que ésta banda existía y merecía “mucho” la pena. Tocando un miniset de media hora, por eso mismo plagado de hits, los de Zarautz se despacharon con una impecable presentación que no pocos calificaron entre lo mejor del festival. Evidentemente, para muchos de los asistentes al Primavera Sound, que apenas curioseaban por ahí ese trasnoche de jueves, también debió tratarse de uno de los descubrimientos más gratos de la jornada.

Cebando en su exitoso EP “Ayton Senna” del año pasado tanto como en su reciente disco “Subiza”, la indietrónica post-Animal Collective hibridada con ondas baleáricas de los Delorean abarrotó el último escenario en pie de una noche que en principio debía llevar solamente la impronta Pavement, pero que se la supieron robar –de a poquito– también sus herederos.


Wilco: Secuelas de la vida en pareja
Escenario San Miguel - Viernes 28 de Mayo, 22:30 pm

No funcionan tus pedales, amplificadores, monitores, o algo peor. ¿Qué haces? Tomas la acústica y le pides a los 20 mil presentes que canten contigo. Claro, una maniobra de esa naturaleza no está al alcance de todos, y probablemente sólo Wilco (y de entre su catálogo, especialmente "Jesus etc.") se pueden permitir algo así. De acuerdo, esa clase de gesto te pondrá en el mismo vagón populista-pop que las más atrofiadas bandas del siglo pasado, pero cuando eres capaz de reflotar el show -que se te iba de las manos a pesar del interludio "de fogón"- con salvajadas ruidosas como "Kicking Television", no tienes nada de que preocuparte. ¿Esto es lo que la gente llama oficio? Si es así, Wilco tiene toneladas de eso. Ni duda cabe.

La verdad es que con el frecuente paso de Wilco por Barcelona, sopesando esto con las 6 otras bandas que tocaban en simultaneo, es muy posible que buena parte de su público aquella noche los haya estado viendo por primera vez. Entonces se agradece mucho más que la banda no haya escaqueado la revisión de sus "clásicos", ofreciéndonos de entrada la genial "I'm trying to break your heart", a la que siguieron "Via Chicago", "Heavy Metal Drummer", "I'm the man who loves you", "Handshake drugs", "Impossible Germany", etc. Cayeron también algunos de los temas de su reciente "Wilco", con lo que repitentes y primerizos pudieron darse -imagino- por satisfechos.

Claro, si algo hay que reprocharle a la banda, es el gustito descafeinado que a veces se le percibía a las performances. Sí, genial escuchar canciones capaces de empujarnos al llanto "en vivo" por primera vez, pero como que uno notaba que Tweedy, Cline, Sansone, Kotche y compañía ya no pueden encontrar la misma garra al momento de tocar esas canciones. Con un catálogo tan amplio como el suyo (¡No tocaron ni una de Woody!) eso no debería ser un problema. En todo caso, reducir la frecuencia de giras tampoco le vendría mal a una banda que seguiremos admirando a pesar de todo.

Cuando Jeff Tweedy se permitió decirnos que el Primavera era el mejor lugar para tocar porque todas las bandas que importa ver estaban tocando allí, pareció innevitable sentir un poquito de miedo. Ese tipo de autoconciencia es precisamente lo que mató a varias de las grandes bandas que Wilco, con su alt-ernativo acercamiento en los noventas, canalizó y reimaginó. Tal vez por eso es que algunos le colgaron la etiqueta de dad rock (lo que los más veteranos cultores indie escuchan) a Wilco. Bah, da igual. Si esto es dad rock, quiero reproducirme ahora mismo. Y es que, ¿No tocó ya Tweedy alguna vez con su hijo a la batería?



The Pixies: La gravedad lo puede todo
Escenario San Miguel - Viernes 28 de Mayo, 01:15 am

Entonces, ¿ya no es cool que te gusten los Pixies? Cuando el revival ochentero de finales de la pasada década parece estar agotándose cronológicamente, resulta irónico que la postrera "masividad" de los Pixies los haya expulsado del canón indie. Ya, se los emparenta demasiado con lo peorcito del grunge y el rock alternativo (¡puag!), pero esos pecados no son ni de lejos razón suficiente para privarse de un show como muy pocas bandas pueden ofrecer hoy. Un repertorio fuera de serie, el rodaje y "profesionalismo" asentados ya tras su ¡quinto! año de reunión, un público vendido antes del primer acorde y el festival más cool de este lado del Atlántico -¿habrá una combinación más infalible?- es lo que esta banda fue capaz de ofrecernos esa noche de viernes. ¿Puede alguien en pleno uso de sus facultadas hacerle ascos a eso?

Evidentemente apegados a un guión que les vio salirse de los consabidos "Doolittle" y "Surfer Rosa" ("Head on" el mejor rescate de esa inmersión a la segunda parte de su carrera), los Pixies fueron capaces de entretener por casi dos horas a una multitud que retrocedió en el tiempo y hasta saltó y gritó con inusual energía -al menos en públicos indie/europeos. Pero tal vez así, ahogados en la multitud, es como se tiene que disfrutar a los Pixies. En fin, cumpliendo al milimetro su papel, la banda tampoco bajó el ritmo, demostrando así que la edad no es pretexto para comenzar a "racionar" energías escénicas. Que están (y nosotros también, no le hagan la gambeta al espejo) más gordos, viejos, lentos... seguro que sí. ¿No es un maravilloso testimonio del poder eterno de sus canciones, precisamente, que aún más viejos, gordos y calvos, nos sigan haciendo sentir así?

El momento de la noche, a juzgar por la cara de Kim Deal, llegó con el cierre: treinta mil personas coreando "Where is my mind?" -imposible evitar que se le ponga a uno la piel de gallina. Felicidad eterna para un eco que se hará infinito en la memoria de todos los presentes. Uuuuuuuu, Uuuuuuuu, Uuuuuuu...



Gary Numan: Todos lo haremos mejor en el futuro
Escenario Vice – Sábado 29 de Mayo, 0:15 am

Esperar por un buen concierto de rock suele ser tolerable y hasta normal. Pero cuando lo que se obtiene a cambio de los minutos de retraso está tan por debajo de las expectativas, la cosa se pone menos agradable. Obvio, nada de eso tiene que ver con la valoración “objetiva” del concierto. Igual, cuesta mucho hablar mal de uno de tus ídolos, de quien se sabe fue inventor de ese sonido mecánico, agudo como el punk pero sintético como casi todo lo moderno. Bueno, si es que las bandas actuales pueden sonar mejor que tú, tocando un material cultivado en tu parcela, hay algo que no está funcionando. Treinta minutos después de lo anunciado, frente a un público que menguaba sin parar, Gary Numan apareció en el escenario comandando una banda que recordaba más el sonido industrial de NIN o Killing Joke que el minimalismo electrónico de sus días con Tubeway Army, o del magnífico “The Pleasure Principle” (1979). ¿Nos timaron o era éste el Gary Numan que debíamos estar esperando? En cualquier caso, ¿Qué demonios le pasó a Gary Numan para estar tocando esta basura?

Era de esperarse que Numan, uno de los bendecidos por el advenimiento del retrofuturismo –rehabilitador de la electrónica y pop de teclados ochentosos, proyectándolos como fantasías cyberpunk y ya no las visiones naif de un futuro que jamás llegó–, retornase a los escenarios para reinar sobre sus herederos, pero no fue así. Casi sin dejar concesiones a los teclados, base esencial de su minimalista sonido electrónico original, Numan adopta ahora una formación de Guitarra-Batería-Bajo que suena duro y como el metal industrial alemán (más estilo "chorizo blanco" que KMFDM), completando su paleta con dos músicos armados con laptops, polymoogs y una maraña de otros aparejos electrónicos que no justificaron su sofisticación. Con esta plataforma Numan arremete sobre algunos de sus hits: “Cars”, “Are friends electric” (le sale mejor a The Dead Weather, una banda que saben que detestamos) o “Metal”, pero se resiste a entender que el sonido industrial es parte del pasado. El futuro sigue estando en el sonido que el propio Numan engendró a finales de los setenta. ¿Para darte cuenta de eso, hacía falta montar toda esta patraña, Gary?



Lee “Scratch” Perry: Intergaláctico pastor de Jah
Escenario Pitchfork – Sábado 29 de Mayo, 01:30 am

En lo que debió ser la mayor concentración de cannabis por metro cuadrado de Europa, unos pocos curiosos y más fumetas de los que pueda contar, se dieron cita para la ceremonia que oficiaría Lee “Scratch” Perry, titán del reggae, inventor del dub y leyenda jamaiquina apenas ensombrecida por su ocasional socio Bob Marley.

Parecía que todo iba a marchar a la perfección, pues unos diestros músicos, arrancados de los estereotipos más profundos del roots reggae -con un groove intergaláctico como punta de lanza- esperaban prestos a un Lee "Scratch" Perry que por lo menos había que intuir como legendario. Hablando de eso, el aspecto y estilo de Perry en vivo distan muchísimo de su obra de estudio, donde se beneficia de los trucos, efectos, ecos y demás artimañas que son baza del dub. En vivo la cosa apunta más a un soul-reggae divagante pero sin duda hipnótico. Eso sí, el carisma de Perry no merma en absoluto, y se proyecta tanto en su atuendo estrafalario como en sus letras, que ya nos mandan a clamar por la liberación de África o a sacudir las rodillas como si fuésemos un pollo descontrolado.

Combinando temas propios con estándares del género (reggae en el Primavera Sound, sí, sí), algún saludo a Sly Stone y Bob Marley, el set de Lee “Scratch” Perry era más cosa de iniciados y amantes del reggae que de la habitualmente tan curiosa como despistada fauna festivalera; pues sin duda los que no estaban colgados de la nube narcótica, saltando-bailando (¡Como el guitarrista de Wire!), seguro se aburrieron antes de la sexta canción y, pidiéndole disculpas al septuagenario músico, abandonaron el escenario hacia las mieles, más inmediatas, de vaya uno a saber qué otra banda.


Orbital: Que bailen esos cerebros
Escenario Ray-Ban – Sábado 29 de Mayo, 3:00 am


Durante los noventa parecía una anomalía que una “banda” electrónica tuviese la capacidad de llenar estadios. Los músicos electrónicos eran -a lo mejor limitados por la tecnología- invisibles bestias “de estudio”, apenas disponibles en clubs o discotecas. Con el cambio de siglo y gracias a bandas como The Prodigy, Daft Punk o The Chemical Brothers, esto cambió, y es hoy perfectamente cotidiano encontrar ya no bandas, sino festivales enteros enfocados en la electrónica. De hecho, el Primavera Sound habitúa cerrar sus jornadas con una fuerte, y trasnochadora, apuesta electrónica. (Claro los que más disfrutan de esa propuesta son los que mejores camellos tienen, pero esa es otra historia).

Los pioneros de ese movimiento son, sin lugar a dudas, Orbital. Antecesores de todas las bandas arriba mencionadas, fueron ellos los “inventores” de los shows multimedia e hiperestimulantes que explotaron desde la escena techno (Evidencia puntual, ¿quién puso de moda eso de que los DJs usaran linternas en sus cabezas?), y continuan ejerciendo como maestros de las experiencias sensoriales fuera de serie. Precisamente eso ofrecieron la última noche del Primavera, empeñados en agotar hasta la última pisca de energía de un público que abarrotó las graderías, pista y aledaños de este anfiteatro-escenario. También conscientes de que este festival quería, de algún modo, reivindicar a los ídolos de los “otros noventa” (allende grunge, rock alternativo y similares esperpentos), Orbital se afincó en sus hits más perdurables, iniciando con una brutal “Satan”, a la que siguieron “Chime”, “Halcyon on and on” y “Remind”, intercaladas con algunos temas nuevos e improvisaciones que, por una hora, arrebataron la imaginación, intelecto (¡intenten reconocer todos los samples usados!) y caderas de todo el Primavera Sound 2010.