domingo, mayo 06, 2007

El Ritual de la Banana


Conmemorando el cuadragésimo aniversario del lanzamiento de "The Velvet Underground & Nico", disco con el que la banda asaltó el éter y las bateas discográficas, aprovechamos para dedicarle un pequeño homenaje a este portento único, tan grande e influyente como intemporal en la música pop.
Para ello, en combinación con "La Ramona", el suplemento cultural del periódico "Opinión" y el programa radial/podcast "La Música Que Escuchan Todos", les presentamos a continuación algunos artículos que, conmemorando este acontecimiento, se complementan y expanden con el programa radial presentado, la audición del disco completo o el material inédito adicional, publicado en este blog para contextualizar el debut de la banda y comprender mejor su relevancia y lugar histórico. Todo el material audiovisual extra y los vínculos a otras descargas los encontrará aquí.



Hay hazañas tan sorprendentes como indispensables. Una de ellas es demostrar que podemos lamernos el codo, o quizás hipnotizar pollos, pero ninguna es mayor que pasar a la historia como el grupo de rock de máxima influencia que haya existido. The Velvet Underground lo consiguió en sus breves cuatro años de carrera, haciéndose del eterno y significativo mote de “Los Beatles del rock alternativo”, o el que me agrada más, “Los Rolling Stones del psicópata”.

Es muy probable que, a pesar de la grandilocuente afirmación anterior, a cuarenta años de su debut discográfico, el sólido y experimental sonido de los Velvet siga siendo un gusto adquirido, y ellos poco menos que una banda “de culto”. Es más, incluso hoy, su música adelantada a su época sigue representando una veta infinita de aprendizaje para cuanta persona se interese en ella. La superlativa discografía del grupo, y muy en particular "The Velvet Underground & Nico" , representa pues una escisión artística sin precedentes en la historia de la música popular.

Descubrir a la Velvet es una experiencia iniciática poderosísima, definitoria. Inmediatamente amaremos o detestaremos la particularidad de su música, nos conectaremos con el sarcasmo nihilista de las letras o santiguaremos ante las referencias pecaminosas; no hay lugar para la indiferencia o la reacción medrosa. Cuando los escuché por primera vez yo me sentí como DeDe Ramone frente a un set de laboratorio de química - sucede en el vídeo de "Rock'n'Roll Highschool" - había quedado completamente estupefacto. Un completo troglodita frente a avanzado material quirúrgico.


El aburrimiento es fascinante

Si 1966 abonó el terreno para resultados musicales sin precedentes - y bien sabemos que el 67 fue un año maravilloso – se puede asegurar que The Velvet Underground no fue parte de ese proceso de acumulación creativa (que desencadenó la psicodelia y el Verano del Amor, tras intentar posicionar la música pop como expresión artística válida).

Los Velvet se debían, por el contrario, a una escena vinculada a LaMonte Young, el minimalismo, Ornette Coleman y el arte pop. Mientras en la Costa Este la ideología hippie se propagaba fomentando la idea de una armonía universal renovadora, que se expandía bajo el sol en una ciudad transformada en gigantesco hervidero comunal, los mugrientos callejones metropolitanos de la otra costa atestiguaban promiscuos encuentros con travestís o enterraban a pseudo-bohemios acabados por el precio de ser hip. Solamente una ciudad así, la Nueva York de mediados los sesenta, pudo gestar a los Velvet Underground.

Fueron 75 dólares los que acercaron a Velvet Undergound (V.U.) y Andy Warhol. Ese era el sueldo que recibía la banda por animar las veladas en el "Café Bizarre", donde éste escuchó por primera vez al grupo, a instancias de su asistente personal y "starlet" particular, Gerard Malanga, quien terminaría como bailarín ocasional en las futuras tocadas de la Velvet. Warhol había deseado formar una banda de rock vanguardista durante mucho tiempo; los cuatro desarrapados ruidosos a los que conoció esa noche serían lo más cerca que estaría de lograr su objetivo.


"All tomorrow's parties"

El rol de Warhol en el lanzamiento de la banda ha sido motivo de permanente controversia. Ni siquiera los propios miembros de la banda acuerdan su real relevancia. John Cale, a quien Warhol considerara como el más creativo del grupo, lo ve como un catalizador; Lou Reed, quizás el más cercano a Warhol, minimiza su importancia y lo tiene como un mero firmante de cheques de financiamiento, Nico, actriz teutona cuya incorporación forzara Warhol como totem carismático, no escatima elogios para el “Midas” que ella encuentra en el artista neoyorquino, etc.

En realidad Warhol al menos permitió a los Velvet la suficiente libertad creativa para explorar las fronteras artísticas que desearan, fundiendo con sutil perfección el rock y el arte de vanguardia. Su caché atrajo la suficiente atención para que la V.U. pudiese proseguir su carrera – absolutamente anticomercial y por ello un caramelo envenenado para cualquier casa discográfica – sin ceder en sus pretensiones artísticas. Eso, y proveer todo el dinero solicitado, le valieron el título de productor del disco, una condescendencia nominal, al haberle correspondido realmente tal tarea al habilidoso Tom Wilson.

Fogueados en el evento multimedia "Exploding Plastic Inevitable", llevado a cabo en "The Factory" durante el 66 y parte del 67, la actitud “warholita” marcó decididamente la primera etapa del grupo, que ya tenía listos temas como "Heroin", "I'm waiting for the man" o "Venus in furs", antes de conocer a Warhol, aunque innegablemente otras canciones se deben en gran medida a esos jams multimedia en los que participaba la banda bajo tutela de Warhol. A saber "European Son", "All tomorrwo's parties" y buena parte del material del segundo disco del grupo surgió en estas sesiones.

Entre esto y diseñar el arte de tapa (la banana que encabeza este artículo y adorna la tapa del álbum, y que al seguir la incitación de "Pele lentamente y observe" descubría, bajo una pegatina, un consolador rosa imitando en su forma a la fruta), Andy Warhol había hecho suficiente para ser considerado como el eterno Svengali del grupo.



La distorsionada sinfonía de una era que terminó sin haber comenzado

"The Velvet Underground & Nico" es fácilmente uno de los discos debut más perfectos que se hayan logrado. Y no solamente por su consistencia, o su capacidad de quebrar barreras de las que probablemente antes ni se tenía noticia, si no por la relevancia que adquiere al no pertenecer a época o género alguno.

De hecho, cualquier categorización le queda muy corta a éste disco. Ciertamente tiene demasiado de “art rock” para calzar en el actual molde del garage rock, escena de la que surge evidentemente; pero la capacidad de Lou Reed y Sterling Morrison para despojar la guitarra rock de la construcción melódica típica hasta entonces (eminentemente bluesera), de explotar el noise, la distorsión y el feedback para armar drones profundos e hipnóticos, provee el mapa de ruta para cualquier vanguardista (o punk) posterior.

Me explico, Brian Eno decía que originalmente apenas unos cientos de personas escucharon los discos de la V.U., pero que cada una de esas personas había formado su propia banda. Y esto prueba ser cierto, al encontrar grupos que, hasta nuestros días, reconocen la influencia de la banda. Hablamos de geniales artistas, tan distintos como David Bowie, Television, Nick Cave, Roxy Music, Los Tres, The Stooges, Wire, Joy Division, D.N.A., Yo La Tengo, Talking Heads, Nirvana, The Jesus & Mary Chain… la lista sería interminable.

El sonido de la banda, libre de fisuras, incorporó sobre la base de "garage”, la disonancia de la viola de John Cale - músico con entrenamiento clásico y experiencia en orquestas y ensambles vanguardistas - , la tribal percusión de la batería de Tucker – que tocaba de pie y con mazos, no baquetas – y alimentó así una estructura en la que se colaban guitarras emulando turbinas de avión, o relamiendo los acordes de un R&B tradicional, deconstruido por pianos preparados al estilo Cage (¡Colgando clips en las cuerdas para alterar su sonido!), o forzando la siniestra belleza vocal de Nico en la mezcla.

Estaba claro que la apuesta era demasiado alta para limitarse a un estrecho “culto” de seguidores. Todo lo que bandas subidas al tren de los Beatles – o de la psicodelia – se empeñaban por hacer pasar como “artístico” o “maduro”, los V.U. se permitían demostrar seguía siendo tan insulso como un viejo twist.


"Foggy Notion"


Si en lo musical la banda estaba a abismal distancia de sus contemporáneas – ni siquiera los Fugs, Godz, o Monks se les podían comparar – fueron sus letras las que marcaron un cambio actitudinal y filosófico que anticipaba las siguientes décadas. Esto no ha sido del todo evidente, pues es todavía difícil discernir hasta donde llega realmente esta separación, dado que la desatención de los primeros días de la banda, y la polémica levantadas por las aristas más evidentes en la elección temática de las composiciones (sadomasoquismo, heroina, violencia callejera) oscureció la verdadera trascendencia de estas.

Desembarazándose del realismo social folkie y del optimismo del flower power, ambos igualmente ingenuos, Lou Reed se alejó en sus composiciones de la paradigmática verborrea Dylaniana y evocó una dantesca visión lírica, en la que el Marques de Sade compartía con yonkis, cafizos y socialités sadomasoquistas. El desarrollo textual, casi expresionista en el manejo de texturas de contradictoria belleza, apelaba a una indiferencia pragmática, cínica, que sería futura insignia del punk y precursora de la desafección posmoderna. Todo esto arrancó, casi con total seguridad lo afirmamos, con esta banda.

¿Es la V.U. el equivalente rock del pop-art? Con todo lo que implica, es muy probable que sí. Más aún, la importancia semiótica del grupo y éste disco pueden hacernos pensar que ellos son el símil musical de Freud, Nitzsche, Sartre y Foucault, metidos en un mismo e improbable cóctel.

La V.U. todavía tendría tiempo para múltiples transformaciones luego de su inconmensurable debut – parieron tanto al proto-punk como al post-punk, según los entendidos - y continuaría abriendo la senda a un futuro completamente antipódico al que propugnaba el sonido californiano. Les quedaban 3 años de carrera, pero después de este disco ya nada sería igual para el rock. Se dice que nadie escuchó realmente a Velvet Underground hasta pasados los ochenta, y puede ser verdad. Solamente algo quedaba muy claro ya hace cuatro décadas, The Velvet Underground tendría mucho más que los warholianos quince minutos de fama.





Contextualizando el nutritivo "The Velvet Underground & Nico", lo invitamos a escuchar el disco completo aquí. Escuche un acercamiento documental a la banda y sus primeros días en "El Ritual de la Banana" (el podcast), o descubra temas inéditos, grabaciones en vivo o los primeros registros del grupo como parte de los happenings warholianos aquí. Mucho material adicional más (vídeos documentales, textos de apoyo, enlaces, descargas, etc.) en "La Música Que Escuchan Todos".

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