domingo, marzo 09, 2008

Pablo Picasso bajo la lente de Brassai (G.a.U.t.)

Volvemos a contar nuevamente con la colaboración de Gustavo Urquidi, viejo conocido del blog. Esta vez nos presenta un ensayo sobre la colaboración entre Picasso y Brassai; otro "duo dinámico" que merece ser recordado.

Pablo Picasso bajo la lente de Brassai

Gustavo A. Urquidi T.


En 1949 se publica, inicialmente en Francia y luego en Inglaterra, el libro Esculturas de Picasso, reuniendo más de 200 fotografías de las obras del artista español, firmadas por el húngaro Brassai, sobrenombre de Gyla Halasz (1899 -1984). Entre aquella primera publicación sobre la obra de Picasso y la segunda, en 1964, Conversaciones con Picasso, editorial Gallimard, el fotógrafo trabaja preferentemente con personajes de la noche: coristas, borrachos, amantes, prostitutas, criminales, a los cuales retrata desde un punto de vista muy personal e imparcial. El primer encuentro entre el pintor y el fotógrafo se dio en 1943 a solicitud de la editora Chene que por motivos económicos terminó siendo el primer y último encuentro del proyecto. Durante la convivencia con Picasso, Brassai anotó diálogos y registró situaciones, que final y felizmente son publicados. Impresiona la memoria de Brassai en lo que respecta a los detalles tanto de pequeñas escenas como de las extensas conversaciones reproducidas. El húngaro radicado en Francia también escribió retratos fascinantes de Henry Miller y Marcel Proust. Su nombre hoy se ubica entre los más notables fotógrafos del siglo 20. En una ocasión Henry Miller admirado resaltó su “raro don de captar el clima de las conversaciones”.
Conversaciones con Picasso, anotado en forma de diario, abarca una relación algo insólita registrada en dos períodos: 1943-1947 y un rápido encuentro en 1960, incluyendo todavía un post-scriptum (1960-1962) que recoge conversaciones de Brassai con algunas amistades cercanas a Picasso: su hijo Paulo, la esposa de Matisse y Marguerite Duthuit. Me refiero a una relación insólita por el temperamento intempestivo de Picasso que relevó algunas situaciones casi inadmisibles. Al mismo tiempo, el libro muestra a un Picasso fascinante en su integridad, en alguno momento incomprendido por los excesos de su pasión por el arte. Dice Brassai: “Para él, que quería comulgar con la realidad, con toda la realidad, la más inmediata, la más vulgar, la menos pintoresca, la más verdadera, el punto de vista artístico le parecía pobre y mezquino.” Dos décadas después, otro fotógrafo, Man Ray observaba: “Picasso me da la impresión de ser un hombre consiente de todo lo que pasa a su alrededor y en el mundo en general, un hombre que reacciona violentamente a todos los golpes pero que tiene solo una manera de expresarse: la pintura.”

En una de sus conversaciones con Brassai, Picasso, siempre provocativo dijo: “La fotografía llegó en la hora exacta para liberar a la pintura de toda literatura, de toda anécdota y así mismo del tema... En todo caso un cierto aspecto del tema pertenece al dominio de la fotografía... Los pintores no deberían aprovechar su libertad reconquistada para hacer otra cosa.”

Brassai apunta también los problemas de entendimiento entre Picasso y el Surrealismo, basándose en las declaraciones de Bretón, en sentido de que corrían el riesgo de ser entendidas como un padrón de desorden, convulsión, relación insólita con lo real, etc. Bretón admitió, en 1961, que el “indefectible apego al mundo exterior”, aliado a una “ceguera que esa disposición acarrea en el plano orgánico e imaginativo”, fue un aspecto decisivo para vincular a Picasso y el Surrealismo. Es curioso verificar que Bretón cesó los elogios hacia la clarividencia del pintor español a partir del momento en que rehuso su adhesión al Surrealismo. Picasso tenía relaciones con algunos surrealistas, Jacques Prevert, Raymond Queneau, Robert Desnos, pero no le interesaba establecer un vínculo. Por razones diversas podemos decir que Picasso y Artaud formaron mas surrealistas que muchos adherentes a la causa.

El controvertido artista asume coherencia extraordinaria en el libro de Brassai: Escribía sus textos con la misma voluntad creativa con que pintaba y esculpía. Así se envolvía en sus pasiones y asumía posiciones dispares, a veces inaceptables: “La coherencia y estabilidad sobre la base de un precepto.” Pero ¿en que precepto basarse para definir una coherencia de la obra de Picasso?
Tal vez Duchamp tenía razón al decir que la “única orientación posible en su obra es un lirismo penetrante que, con el tiempo, adquirió acentos crueles”.
Su personalidad, que es una mezcla de tormento y encantamiento por esa expansividad infantil, está muy bien relatada desde la intimidad que le brindó al fotógrafo húngaro, en Conversaciones con Picasso se incluye unas 50 fotografías tomadas por el propio Brassai: Muestra a un gigante desde la óptica de otro gigante.

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