sábado, marzo 15, 2008

Ensayo express


Este es un juego para amantes de la lectura, la escritura y el azar. El número de jugadores puede variar: ensayo express puede jugarse solo o en compañía, aunque se recomienda que los jugadores no sean más de seis*. Lo primero es elegir el campo de juego: una biblioteca, no importa si es pública o privada, mientras más grande y variada mejor, lo importante es que sea de estantería abierta[1].


Una vez allí, cada uno de los jugadores deberá elegir de manera aleatoria—esto es lo principal—tres o cuatro libros*. En una de las variantes del juego, cada jugador explica a los otros su manera— la única regla es que sea aleatoria—de elegir sus libros[2]. Si la biblioteca está ordenada por áreas se puede, si así lo quieren los jugadores, establecer que no se permite seleccionar más de un libro por sección.


Cuando cada jugador tiene elegidos tres o cuatro libros*, los jugadores vuelven a encontrarse. A partir de ahí corre el tiempo. Cada jugador debe buscar un lugar tranquilo donde escribir. Puede hacerlo con lápiz o computadora*.


Para escribir su ensayo express, cada jugador tiene entre dos y tres horas*. El ensayo debe combinar argumentos y fragmentos de los libros elegidos[3]. Por supuesto, queda en manos de cada lector jugador la elección del número de páginas que leerá de cada libro y, por tanto, del tiempo que le dedicará a la lectura y la escritura del ensayo. La manera de construir su argumento con el material que obtuvo es libre. El límite del texto será de dos mil palabras*.


Una vez que el tiempo ha terminado. Los jugadores se reúnen de nuevo: cada uno lee en voz alta su ensayo (por eso es importante que no sean demasiados los jugadores ni muy largos los textos). En secreto, cada jugador vota por el que considera es el mejor ensayo. El ganador es, así, elegido democráticamente.


A partir de este momento, este blog recibe todos los express ganadores.


* Sujeto al acuerdo de los jugadores.


[1] La Biblioteca Central de la UNAM me parece el lugar ideal.
[2] Las variantes de la elección son infinitas y sus reglas están sujetas al grupo de jugadores. Mi amigo J. L. tiene un método muy original de selección pero un poco cansador: llama a un número telefónico al azar, pregunta con quién habla y usa las iniciales del nombre de su interlocutor como guía para la clasificación de sus libros. Si le contesta un Luis Rodríguez, por ejemplo, los libros que elige en pisos distintos –que corresponden a áreas distintas—deben todos estar dentro de la clasificación xyz LzyxR. Mi método es mucho más sencillo. Elijo al azar tres pisos distintos de la biblioteca (la biblioteca central tiene 10) y al llegar a cada uno de ellos camino hacia el primer punto en el que se fija mi mirada: así encuentro mis tres libros.
[3] Un día de mucha suerte, en la biblioteca de mi amigo A. B., a mí me tocaron Tecnologías del yo de Michel Foucault (Barcelona, Paidós, 1996), Ferdydurke de Witold Gombrowicz (Barcelona, Seix Barral, 2004) y La presentación de la persona en la vida cotidiana de Erving Goffman (Buenos Aires, Amorrortu, 2004). A ver si un día me animo a poner el resultado aquí.

7 comentarios:

Anónimo dijo...

!

Anónimo dijo...

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Javier Rodríguez dijo...

A mi sencillamente me alegra volver a tener a P.R. por acá. Tanto más por el lúdico entretenimiento que propone. Lástima que, y me pesa recordarlo, nuestras bibliotecas son por aquí algo chicas para esa suerte de juegos, que francamente suenan fenomenales pero su práctica se nos dificulta un tanto.
¿Alguien se apunta a jugar?

Rodrigo Antezana Patton dijo...

Chicas? Mmm... la patiño no es chica, ni la municipal, y la Inca tiene más de... cuanto? mmm... 70 mil títulos? Mínimo.

pablo r. dijo...

El único problema sería que sean de estantería cerrada, pero aún en ese caso se puede encontrar algún método de selección adecuado. Por el momento, Javier, la biblioteca de tu casa es más que suficiente.

Saludos,

Anónimo dijo...

Esto tiene algo que ver con el secuestro express???

Javier Rodríguez dijo...

Secuestro, sí

Ah, y Rodrigo, era porque son justamente de estante cerrado por una parte, y por otra porque no tienen dos o cuatro pisos, ni salones enormes para jugar cómodos.

Pero en escala nos arreglamos.