lunes, septiembre 24, 2007

Arquitectura de la destrucción

Este es el sonido de la gran decadencia urbana; el rock llevado a un extremo tan simple y depurado que alcanza una condición de permanente frescura. Este es el sonido del punk, de la confusión.

The Ramones, con su primer disco (Ramones de 1976) iniciaban una revisión y re-escritura de todo lo hecho dentro de la música pop hasta entonces, y para ello condensaban en apenas 29 minutos un universo conceptual que abarcaba desde el surf rock y las baladas de bubblegum pop hasta los ganchos del rocanrol más primitivo. Pero la originalidad del grupo radicaba en reducir al mínimo estricto todo cuanto tocaban, creando la primera expresión musical exclusivamente “blanca”, sin los elementos heredados por el rock de la música “de color”, como los solos y acordes del blues o las progresiones melódicas del swing. La contracara del órgano expresivo urbano sinuoso que fue el funk para la comunidad de color en los 70.

Empezando el álbum con el himno universal que es “Blitzkrieg Bop”, la seguidilla inoxidable de “Beat on the Brat”, “Judy is a punk”, “Havana Affair” y “53rd & 3rd”, discurre por la violencia familiar, la política, la prostitucion homosexual, el abuso de sustancias y la desolación adolescente, con un humor negro casi caricaturesco y una falta de seriedad que transforma las referencias al nazismo (“Today your love, tomorrow the world”), el uso recreacional de drogas (“Now I wanna sniff some glue”) o los asesinatos plenarios (“Chainsaw”) en desafectados, y hasta divertidos, manifiestos de los traumas urbanos.

Aunque los “eruditos” defenestran al punk ramonero desdeñando las “dos notas y tres acordes” sobre los que se construye, parecen intencionalmente ignorar la excepcional forma en que los “power-chords” sostenidos de la guitarra de Johnny (tocados a tal velocidad que parecen un zumbido constante y distorsionado) armonizan con los acordes agolpados que sueltan los amplificadores como contramelodias, sobre el ritmo demencial de la batería de Tommy Ramone, elementos incluso más visibles en la pieza “bailable” del disco, la fenomenal “I wanna be your boyfriend”. Igualmente ignorados son el talento compositivo de Dee Dee, maestro de las letras breves y contundentes, de coros pegadizos y eterna condición adolescente, o el inconfundible “falso acento” vocal de Joey, ambos a máximo nivel en este excelente disco debut.

Los Ramones, un banda demasiado inteligente para tomarse a si mismos muy en serio, ya con este disco, creaban un universo musical paralelo (el rock alternativo y todas sus variantes, incluido el punk), ajeno a rankings e industrias, reduciendo el rock a su esencia, en una reversión bastarda y hormonal, para devolverle intensidad y fuerza, recordándole los motivos que hacen necesario machacar una guitarra.



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