Los músicos también tienen derecho de hacerse viejos. Si bien los Stones nos han acostumbrado a ver a auténticos abuelos repetir el papel de adolescentes hedonistas, lo que no está en absoluto mal, otros se han permitido envejecer con gracia, dejando atrás las armas y preocupaciones juveniles para adoptar una pose madura. Tal es la senda que viene transitando Andrés Calamaro.
Pocos se niegan a reconocer el sitial que le corresponde al Salmón (Calamaro) en la construcción del rock argentino actual, pues lo hecho por este músico, desde el exilio con Los Rodríguez, lo mismo que en su posterior andadura solista, es definitivo para entender porqué goza de ese estatus canonizado en el rock vernáculo. Hoy, a casi 10 años de haber lanzado esa obra cumbre que es “Honestidad Brutal”, Calamaro, reposado y feliz, confirma que está nuevamente alcanzando su mejor momento.
Es en este marco que lanza su más reciente trabajo “El Palacio de las Flores”, tercer disco en un prolífico año consagratorio en el que volvió a tocar en vivo tras un lustro y, entre homenajes, se ciñó, sin pesares impostados, la corona de patrón reinante del rock argentino. Tras el vilipendiado “Tinta Roja” (2006) y su aventura tanguera Andrés decidió grabar su primer disco “rock” en cinco años, luego de plasmar el descontrol del poeta de la zurda en el inasible quintuple “El Salmón” (2000) y saltar del alucinado e ignífugo caos de su “Radio Salmón Vaticano” (sus “Basement Tapes”, Pablo Strozza dixit) a interpretar el cancionero de la tradición popular latinoamericana en “El Cantante” (2004). Llegada la hora de volver a calzarse la guitarra eléctrica, AC fiel solamente a sí mismo, vuelve a ensayar una “media verónica” y acude al legendario Litto Nebbia para producir y compartir el emprendimiento.
Decir que “El Palacio de las Flores” es un disco tan de Calamaro como lo es de Nebbia suena arriesgado, pues aunque la “marca registrada” del rosarino empapa todo el disco, este tiene la sapiencia suficiente para dejar que el más puro Calamaro emerja inconfundible entre típicas melodías suyas. A veces compartiendo la voz, otras los créditos de las letras, el dúo entre maestro admirado y digno sucesor logra componer una suerte de eslabón perdido, Made in Melopea, entre el rocanrol rumbero Rodríguez y el reciente AC de tangos abolerados.
Andrés sabe que al elegir al fundador del rock argentino como su mentor también reduce mucho su rango de producción, a diferencia de las cornucopias musicales que fueran sus anteriores trabajos; pero el sobrio instinto criollo que impone Nebbia le sienta bien al Salmón, que entre un diminuto teclado y arreglos de cuerdas se mueve igual de bien que con una aceitada banda de rock por detrás. Así consigue proyectar un intimismo de alcoba de enamorado (“Tengo una Orquídea”) para luego deshilar la madeja personalista (“Mi Bandera”) o lanzar su mordaz crítica a la argentinidad -al palo- (en “Punto Argentino”), en letras acunadas por Litto y su banda La Luz (conformada por Ariel Minimal, Daniel Colombres y Federico Boaglio), con excelentes resultados.
Calamaro y Nebbia comparten muchas facetas. Son ambos próceres generacionales, centrales en la formación del rock en lo sucesivo a su aparición; los dos han trasgredido toda barrera genérica para interpretar “música argentina” (que no rock, ni tango, ni folclore), tanto Andrés como Litto parecen seguir su propio norte artístico sin contemplar demandas populares o posibilidades de mercado; y, sobre todo, ambos son grandes cultores de la entonación desafinada, sin armonizar, capaces de demostrar que no hace falta cantar bien, o tener buena voz, para ser un músico genial. Sin embargo, en esta simbiosis que promete química perfecta, lo más importante son los contrastes, el contrapunto que enriquece la perspectiva al oír el minimalismo del teclado de Nebbia acompañar la voz desnuda de Calamaro en un fraseo milonguero (“El Palacio de las Flores”), el imaginario porteño en polinización cruzada con palmadas de bulería (“Punto Argentino”), o la hoy común entonación “calamardiana” atacando una clásico de Nebbia (“Rosemary”) y hasta devaneos funk de mordida contundente (“Corte de Huracán”). Y es que tanto Andrés como Litto atraviesan un gran estado de forma y encuentran en sus puntos de divergencia, a saber aproximaciones líricas, estéticas y de sensibilidad musical contrapuestas (y por ello complementarias), factores de fortalecimiento.
Y aunque hubiese sido deseable otorgarle mayor comando musical a AC, este no ha perdido soltura para manipular el lúcido escalpelo que posee para criticar la “suciedad” argentina, ni ha olvidado su faceta de cronista urbano, de viajero interno, y la felicidad que le trae su actual vida de pareja, con paternidad incluida, más bien lo autentifica cuando afirma que ya no practica la melancolía y se declara enamorado. Así, además de las canciones de Litto, recupera temas de sus anteriores etapas, que sin embargo no son canciones viejas, firma nuevas letras que nada tienen que envidiar a su más prolífica estación y hasta entrega una canción con rozón y lista para obsequiar, versionando a Manzanero en una movida muy Vicentico (músico invitado en la sentida “Cuando una voz sea de todos”, cantada a trío con Nebbia).
“El Palacio de las Flores” tiene diversos puntos altos, “El Tilín del Corazón”, “El Palacio de las Flores”, “El Compositor no se Detiene”, “Punto Argentino” y “Corazón en Venta” (video pronocional ya en rotación) que resaltan entre los 17 temas por la fuerza de las letras o la conjunción melódica de una estructura que se sabe no habrían conseguido ni AC ni LN por separado.
Calamaro ha pasado ya por todas y es imposible predecir su próximo paso. Fue sensación juvenil de un pop rock de alto vuelo con Los Abuelos de la Nada, fracasó como precoz solista y se reinventó desde Madrid con Los Rodríguez, volvió como solista y triunfó persiguiendo un divergente camino, se perdió en la jungla camboyana de la fama y, cuando se creía un músico retirado, regresó apoteósico y cuarentón al trono que se le tenía reservado. Hoy, aún en ascenso y con 25 años de carrera encima, Andrés es el músico argentino de mayor importancia y reclame, siempre siguiendo la misma dirección, la difícil, la que usa el Salmón.
“El Palacio de las Flores” confirma este gran momento y demuestra que no hay que hilar demasiado fino para conjugar al primer con el reciente Calamaro, ni al mejor con el más impredecible. A pesar de que ya cantó el tango de ser viejo, Andrés se siente todavía muy joven y entre la vieja canción suya que es “El Tilín del Corazón” y la reciente “El Compositor no se Detiene” de Nebbia, se lee la misma declaración de principios, esa que escriben dos manos distintas, en dos épocas distintas, con lágrimas de varón viejo y sabio o con el convencido optimismo del que acaba de empezar a vivir. Y deleita que ambas quepan en un solo disco de un Salmón maduro y en estado de permanente antología.
Pocos se niegan a reconocer el sitial que le corresponde al Salmón (Calamaro) en la construcción del rock argentino actual, pues lo hecho por este músico, desde el exilio con Los Rodríguez, lo mismo que en su posterior andadura solista, es definitivo para entender porqué goza de ese estatus canonizado en el rock vernáculo. Hoy, a casi 10 años de haber lanzado esa obra cumbre que es “Honestidad Brutal”, Calamaro, reposado y feliz, confirma que está nuevamente alcanzando su mejor momento.
Es en este marco que lanza su más reciente trabajo “El Palacio de las Flores”, tercer disco en un prolífico año consagratorio en el que volvió a tocar en vivo tras un lustro y, entre homenajes, se ciñó, sin pesares impostados, la corona de patrón reinante del rock argentino. Tras el vilipendiado “Tinta Roja” (2006) y su aventura tanguera Andrés decidió grabar su primer disco “rock” en cinco años, luego de plasmar el descontrol del poeta de la zurda en el inasible quintuple “El Salmón” (2000) y saltar del alucinado e ignífugo caos de su “Radio Salmón Vaticano” (sus “Basement Tapes”, Pablo Strozza dixit) a interpretar el cancionero de la tradición popular latinoamericana en “El Cantante” (2004). Llegada la hora de volver a calzarse la guitarra eléctrica, AC fiel solamente a sí mismo, vuelve a ensayar una “media verónica” y acude al legendario Litto Nebbia para producir y compartir el emprendimiento.
Decir que “El Palacio de las Flores” es un disco tan de Calamaro como lo es de Nebbia suena arriesgado, pues aunque la “marca registrada” del rosarino empapa todo el disco, este tiene la sapiencia suficiente para dejar que el más puro Calamaro emerja inconfundible entre típicas melodías suyas. A veces compartiendo la voz, otras los créditos de las letras, el dúo entre maestro admirado y digno sucesor logra componer una suerte de eslabón perdido, Made in Melopea, entre el rocanrol rumbero Rodríguez y el reciente AC de tangos abolerados.
Andrés sabe que al elegir al fundador del rock argentino como su mentor también reduce mucho su rango de producción, a diferencia de las cornucopias musicales que fueran sus anteriores trabajos; pero el sobrio instinto criollo que impone Nebbia le sienta bien al Salmón, que entre un diminuto teclado y arreglos de cuerdas se mueve igual de bien que con una aceitada banda de rock por detrás. Así consigue proyectar un intimismo de alcoba de enamorado (“Tengo una Orquídea”) para luego deshilar la madeja personalista (“Mi Bandera”) o lanzar su mordaz crítica a la argentinidad -al palo- (en “Punto Argentino”), en letras acunadas por Litto y su banda La Luz (conformada por Ariel Minimal, Daniel Colombres y Federico Boaglio), con excelentes resultados.
Calamaro y Nebbia comparten muchas facetas. Son ambos próceres generacionales, centrales en la formación del rock en lo sucesivo a su aparición; los dos han trasgredido toda barrera genérica para interpretar “música argentina” (que no rock, ni tango, ni folclore), tanto Andrés como Litto parecen seguir su propio norte artístico sin contemplar demandas populares o posibilidades de mercado; y, sobre todo, ambos son grandes cultores de la entonación desafinada, sin armonizar, capaces de demostrar que no hace falta cantar bien, o tener buena voz, para ser un músico genial. Sin embargo, en esta simbiosis que promete química perfecta, lo más importante son los contrastes, el contrapunto que enriquece la perspectiva al oír el minimalismo del teclado de Nebbia acompañar la voz desnuda de Calamaro en un fraseo milonguero (“El Palacio de las Flores”), el imaginario porteño en polinización cruzada con palmadas de bulería (“Punto Argentino”), o la hoy común entonación “calamardiana” atacando una clásico de Nebbia (“Rosemary”) y hasta devaneos funk de mordida contundente (“Corte de Huracán”). Y es que tanto Andrés como Litto atraviesan un gran estado de forma y encuentran en sus puntos de divergencia, a saber aproximaciones líricas, estéticas y de sensibilidad musical contrapuestas (y por ello complementarias), factores de fortalecimiento.
Y aunque hubiese sido deseable otorgarle mayor comando musical a AC, este no ha perdido soltura para manipular el lúcido escalpelo que posee para criticar la “suciedad” argentina, ni ha olvidado su faceta de cronista urbano, de viajero interno, y la felicidad que le trae su actual vida de pareja, con paternidad incluida, más bien lo autentifica cuando afirma que ya no practica la melancolía y se declara enamorado. Así, además de las canciones de Litto, recupera temas de sus anteriores etapas, que sin embargo no son canciones viejas, firma nuevas letras que nada tienen que envidiar a su más prolífica estación y hasta entrega una canción con rozón y lista para obsequiar, versionando a Manzanero en una movida muy Vicentico (músico invitado en la sentida “Cuando una voz sea de todos”, cantada a trío con Nebbia).
“El Palacio de las Flores” tiene diversos puntos altos, “El Tilín del Corazón”, “El Palacio de las Flores”, “El Compositor no se Detiene”, “Punto Argentino” y “Corazón en Venta” (video pronocional ya en rotación) que resaltan entre los 17 temas por la fuerza de las letras o la conjunción melódica de una estructura que se sabe no habrían conseguido ni AC ni LN por separado.
Calamaro ha pasado ya por todas y es imposible predecir su próximo paso. Fue sensación juvenil de un pop rock de alto vuelo con Los Abuelos de la Nada, fracasó como precoz solista y se reinventó desde Madrid con Los Rodríguez, volvió como solista y triunfó persiguiendo un divergente camino, se perdió en la jungla camboyana de la fama y, cuando se creía un músico retirado, regresó apoteósico y cuarentón al trono que se le tenía reservado. Hoy, aún en ascenso y con 25 años de carrera encima, Andrés es el músico argentino de mayor importancia y reclame, siempre siguiendo la misma dirección, la difícil, la que usa el Salmón.
“El Palacio de las Flores” confirma este gran momento y demuestra que no hay que hilar demasiado fino para conjugar al primer con el reciente Calamaro, ni al mejor con el más impredecible. A pesar de que ya cantó el tango de ser viejo, Andrés se siente todavía muy joven y entre la vieja canción suya que es “El Tilín del Corazón” y la reciente “El Compositor no se Detiene” de Nebbia, se lee la misma declaración de principios, esa que escriben dos manos distintas, en dos épocas distintas, con lágrimas de varón viejo y sabio o con el convencido optimismo del que acaba de empezar a vivir. Y deleita que ambas quepan en un solo disco de un Salmón maduro y en estado de permanente antología.
20 comentarios:
En serio? Personalmente no me gusta Calamaro, me parece un filósofo barato y cursi, un Arjona que pasó la escuela. Por qué hay gente que lo compara con Dylan? quién le hizo creer que ese moscardón que tiene en la garganta puede cantar tango? quién escribe sus letras, Robbie Drako con lo que le sobra de Ricky MArtin? La verdad es que tendría que escuchar este disco, pero no me animo, no quiero, no lo haré! porque lo anterior que oí es irritantemente confortable y me parece estar escuchando a un poeta de media pulgada con Richard Clayderman de fondo. Me perdonarán los fans de Calamaro, pero la idolatría de este es muy parecida a la idolatría de cualquier trovero. No me aprece que Calamaro sea un músico, sino un poeta pequeño y enclenque, un trovador de suspiro, disco rayado de tertulias para viejas.
Y ya me estoy imaginando a Rodriguito o a Crispín venir a increparme lo contrario, pero ya.
verídica, vean por ejemplo:
De Calamaro, cualquier huevada con tal de rimar:
"Ya no puedo acercarme a tu boca
Sin deseártela de una manera loca
Necesito controlar tu vida
Saber quien te besa y quien te abriga"
De Arjona, cualquier cosa, retórica del gilipollas:
"Amarte a ti es la verdad más mentirosa,
Es lo mejor de lo peor que me ha pasado.
Es la ruleta rusa por un beso, es lo de siempre improvisado".
De Calamaro, la fiesta de la nimiedad y el verso en borrador:
Brindo por seguir queriendote toda la vida
casi esta lleno el vaso con la sangre de otra herida
Brindo por la emocion pero tambien brindo por frialdad
que la salud no falte a toda la humanidad...
Qué es eso? Si no fuera por el ritmito pegajosín esa canción sonaría al arorro en una comunidad de motociclistas amanerados.
De Arjona, la constancia del trovador borracho e incomprendido, snif snif:
"Se me acabo el carisma
si me vieras
mi voz ya no es la misma
si me oyeras
La noche es una puta divertida
pero cobra factura"
Y así como esas, hay millones, no se acaban nunca porque Calamaro y Arjona sacan discos en proporción directa al florecimiento de su cursilería. No por nada el año pasado se juntaron papi Calamaro e hijo opa Arjona para cantar babosadas similares en un concierto en la Argentina.
Qué tienen de poetas estos aguados? Qué de músicos? Dénme una prueba!
¡Por fin! Podremos tener una interesante (no por ello encorsetada o sosa) conversación sobre el tema del post.
Comienzo declarando que "El Palacio de las Flores" está lejos de ser el mejor disco de Calamaro (véase con tal propósito los magistrales “Honestidad Brutal”, “Alta Suciedad” y hasta el “El Salmón”, en ese orden) pero representa, para mi, su más sólido esfuerzo en casi una década, pero vamos por partes.
Andrés es comparado (era, más bien) con Dylan porque en su inflamada etapa entre 1996 y el 2000 él se convirtió en una mutación latina del Dylan 66, estéticamente, en su persona, en su música, en sus extravagancias, en sus acercamientos a los medios, en sus exquisiteces, en el speed... en fin, persiguió la estela de Bob, sin desmerecer el título que se le dio entonces al ex abuelos de la nada. Como evidencia me remito a la indudablemente Dylaniana (hasta descaradamente, diría) “No tan Buenos Aires” o a “Clonazepan y Circo” y hasta “Alta Suciedad” (menos Dylaniana, pero sucia y mórbida en la onda “Subterranean Homesick Blues”).
Segundo, no tiene buena voz el Andrés, ni para tangos ni para bolero, ni nada. Pero, ¿Eso importa? Andrés canta con sentimiento, y emociona genuinamente a un público de bar destartalado, no apunta a otro público.
Veamos lo que Romeo nos dice. Pues no creo que sea un trovero ni un poeta enclenque, es un buen cronista urbano y un músico tremendamente versátil, cosa que otros crooners de poquita voz (desde Sabina hasta Cave) no parecen ser, ni el bueno de Dylan se ha mostrado tan capaz de sacarle lustre a la rumba y a la zamba tan de frente. Calamaro, mucho antes de la actual idolatría, podía encajar, en un disco de rock, milongas, bizarros experimentos alla Lou Reed y por supuesto sus devaneos de flamenco, empaquetando todo entre unas letras muy porteñas y completamente revestidas de una credibilidad doliente, hasta en ladrillos de sentimiento atormentado como “Paloma” o “Crímenes Perfectos”, que desgarran, como debe ser.
Las pruebas del anónimo no son contundentes. El primer fragmento que cita pertenece a “Algo Contigo”, compuesta por Chico Novarro, que Calamaro solamente interpreta en su mediano "El Cantante" (salvo la sublime "Estadio Azteca", coestrica con el otro poeta zurdo, El Cuino Scornik) y el segundo fragmento a la etapa Rodríguez, que produjo desde aporreos sentimentaloides con samples de villancico (ouch, cierto) hasta obras maestras como “Mi Rock Perdido”, así que tu prueba la podemos considerar no concluyente (no creo que nunca se te haya cruzado por la mente “Sin Documentos” con intenciones de dedicar, con lo obvia y simplona que es, pero pegojas y sentida, seguramente aceptarás).
A Arjona no lo defiendo, naturalmente, es un hecho comprobado que es un deficiente mental que destila mierda en rimas descerebradas, hechas para vender a ex fanáticas de “Salserín” muy mayorcitas para suspirar por el contoneo cadencioso del “Combo Loco”, pero poner el nombre de Andrés Calamaro en la misma oración que el de Arjona, merece al menos un buen sopapo. El 80% del rock argentino de hoy se debe a Calamaro, escucha al Pity, a los Tipitos, a cualquier banda urbana no blusera ni “sónica” y verás a qué me refiero, Andrés se ha ganado a pulso y en 20 años este lugar.
Algo he de admitir y aceptar, la estampa de ídolo intachable y de estrella perpetua que mantiene hoy Calamaro gracias al puterío mediático me parece exagerada. Andrés está lejos de su mejor nivel y entre que se casó (y es feliz, claro), la prosa agiornada de beatnik deslavado (dejó las drogas), de exiliado de Camboya reconciliado con la fama, de hasta cursilón cuartetero (tocó con la Mona Giménez) solo confirman ese viejo personaje perpetuo que es el astro. Andrés, sin embargo, no merece ser defenestrado solo por esto, sino escuchá “El Tilín del Corazón” o “Corte de Huracán” de este último trabajo, y ya verás.
En fin, opiniones las tenemos todos, y no creo ni pretendo convertirlos en feligreses calamardianos (templo al que yo mismo acudo, he de admitir con poco rubor) pero comparar al poeta de la zurda, crítico del palo y rockero grasoso que es Calamaro con el baboso de Arjona, no creo que pueda aceptarlo. Pero veamos que dicen ustedes al respecto, sigamos conversando.
Un gran saludo y gracias por participar y leer este largo comentario.
La union Calamaro-Nebbia es una bocanada de aire fresco en la carrera artística de Andres. Ya que ¿cual era el camino que debería seguir Calamaro? Hacer un disco superproducido como Alta Suciedad o seguir la senda de El Salmón. En uno u otro caso sería repetirse, y él en la cresta de la ola no le hubiera costado nada sacar un disco parecido a los demás. Sin embargo, en un paso que lo enaltece, decidió correr un riesgo artístico y dejar todo en manos de Litto Nebbia, a riesgo de disgustar a sus fans (a muchos seguro que no les gustó el "sonido Nebbia"), y así cuando saque su próximo disco dar un paso "mas comercial". A mi en particular me gusta mucho Litto Nebbia y este disco en colaboración me gustó mucho, mucho más de lo que yo esperaba. Respecto de algunos comentarios acá arriba que te guste o no Calamaro es cuestión de cada uno, no se puede descartar a un artista por su voz o por como se viste, si no escuchar sus canciones. Saludos, muy bueno el post y muy bien escrito, hecho raro en un blog.
Very interesting, pero lo que hace - o dice hacer - Calamaro, es música, o no?. Si no vamos a desestimarlo por su odiosa voz de muppet destartalado, por qué otra cosa podríamos entonces juzgarlo?. la música què es sino melodìa y ritmo?, a grandes rasgos? a lo que me voy es que eso de darle misas y velas al carisma y a la supuesta poesía en la lírica me parece una soberana tonterìa (pasa con en el simio de Sabina y pasò con Silvio Rodriguez, entre otros millones conquistadores musicales para mujeres divorciadas). la mùsica debe juzgarse por lo que es, no al artista por ser artista ni carismàtico, si no por su calidad de mùsico, si es cantautor, juzguémoslo por lo que canta y escribe.
Lastimosamente, Calamaro escribe como Arjona, las pruebas son contundentes, a Arjona le faltan unos cuantos años de quìmicos intravenosos y ya. El carisma no es sinònimo de arte, ni el desvencijado ìdolo de bar de mala muerte ni la voz de pajarraco le pueden dar mèritos a Calamaro.
No, nunca se me pasò siquiera por el cerebelo la idea de dedicarle a alguien esa porquerìa de "sin documentos", preferirìa dedicar al bardo de Astèrix que seguramente, mejores cualidades tiene.
Así que, como dije antes, dénme una prueba! no lìrica ni poética porque para leer esas letras no tengo peptobismol al lado, dénme una prueba musical... debe haber.
"juzguémoslo por lo que canta y escribe".. pienso que te equivocas Romeo, no me parece nada criterioso juzgar por cómo uno canta, sino por lo que un músico (muy diferente a un cantante) COMPONE. Es el caso de Silvio, al que particularmente admiro como músico, pero cuya voz no tolero del todo. Podía remitirme bajo la misma premisa a Charly, o a Sabina, quien se impone por sobre todo como gran letrista más que como un músico prolijo, lo cual él mismo ha admitido.
SObre Calamaro, particularmente no tengo entre sus mejores trabajos al Salmón, ante todo debido a los deaciertos musicales y depropósitos que quizo incluir en aquella empresa titanesca. SIn embargo, algo igual que Sabina si vale la comparación, no le quito ni una coma o un punto a muchas de las letras que ha escrito para sus temas. Sí, nada de complejidades astrales a lo Cerati, otro gran músico, o incompresiones a lo Spinetta, un maestro sin duda, pero llevando lo simple de la palabra a sus canciones.
Y la pregunta que quiero hacer: qué entiendes por prueba musical??. Me parece que al final siempre vas a terminar remitiéndote, con ejemplos incluídos, a lo desagradables que te parecen las letras de ciertas canciones de AC, y poco más.
no olvidar, gentes, que el mismisimo Bob lo bautizo "el rey del ritmo", y hasta le cambio lo de Andres por Hank. je.
antes, el rock argento tenia un spinetta o un charly. eran tiempos otros, con algun espesor historico (en el sentido de geschichte mas que de historie). los tiempos nuestros, tan livianos y deslavados tienen a Calamaro. a cada uno lo suyo.
hay una cosa que es importante. y que no la ham necionado: y que va de la mano con la irrupcion de literatu(r)ras como las de Cucurto: la entrada en el espectro social argentino de lo mersa, de la culturita de la cumbia. en eso, Hank es el puente indiscutido. no digo que este factor comporte nada en terminos esteticos, ni mucho menos, pero, claro, se supone que de algun lado vienen los vientos ue sopan en las musicas populares. tampoco podemos esperar un Mozart al borde del apocalipsis.
alguien conoce bien esa cancion "Con Abuelo" --de Honestidad brutal? la discutimos?
[jf]
no olvidar, gentes, que el mismisimo Bob lo bautizo "el rey del ritmo", y hasta le cambio lo de Andres por Hank. je.
antes, el rock argento tenia un spinetta o un charly. eran tiempos otros, con algun espesor historico (en el sentido de geschichte mas que de historie). los tiempos nuestros, tan livianos y deslavados tienen a Calamaro. a cada uno lo suyo.
hay una cosa que es importante. y que no la ham necionado: y que va de la mano con la irrupcion de literatu(r)ras como las de Cucurto: la entrada en el espectro social argentino de lo mersa, de la culturita de la cumbia. en eso, Hank es el puente indiscutido. no digo que este factor comporte nada en terminos esteticos, ni mucho menos, pero, claro, se supone que de algun lado vienen los vientos ue sopan en las musicas populares. tampoco podemos esperar un Mozart al borde del apocalipsis.
alguien conoce bien esa cancion "Con Abuelo" --de Honestidad brutal? la discutimos?
[jf]
escribir es componer pues Almada, eso te parece "criterioso", creo que no existe la palabra criterioso.
si no tienes buena voz, no cantes, eso otro.
si escribes cursilodamente o con el pretexto de rimar, no escribas.
si compones copiando estilos y con el fin de crear hits, no compongas.
sigo esperando la prueba musical.
sorry, era cursilonamente
eso de no cantar si no se tiene buena voz, me recuerda lo que mi papa me decia de chico: si no tengo algo interesante para hablar, mejor que no abra la boca. asi, me condeno al mutismo ad eternum.
si la tal "buena voz" hace/define/habilita a un artista (hablamos de pop musicalia, o de bel canto), si este criterio lo habia llevado a cabo un Goebbels, digamos, no habriamos tenido:
chico buarque
caetano
violeta parra
atahualpa yupanqui
jacques brel
georges brassens
john lennon
un tal bob dylan (un critico de esos que no faltan, dijo que la voz de Dylan era un instrumento mas apropiado para rallar zanahorias que para liderar el revival guthrie de los 60)
victor jara
polaco goyeneche
spinetta
el indio solari (genio total)
raimon
frank zappa
josep pla
edith piaf
bon scott
etc
etc
etc
y a la vez, si el unico criterio valido para cantar fuese la "buena voz" estariamos hasta las bolas con luismigueles, rickymartins, zulmasyugar, bonjovis, beyonce, grillosvillegas y un etc demasiado largo para la escasa paciencia de mi ulcera.
[lo mismo vale en otros rubros: prefiero el "mal cine" de fassbinder, contra el cine lindo que encarna julia roberts y que se yo quien mas (sus nombres son legion); prefiero la novela sucia de celine contra las paginas aprobadas y predigeridas de los abanderados por la "estetica alfaguara" -esa calamidad transcontinental
asi repartida la loba, levanto una pica en cyberflandes por las voces menores, descartadas, rompetimpanos.
levanto, pues, en suma, una bandera por la imperfeccion.
[jf]
+ se trata de otra cosa, creo yo. lo que barthes llama "le grain du voix". desde ahi uno puede oir a oreja plena a bob lo mismo que a la callas, a calamaro que a gardel, a amalia rodrigues y la vocalista de madredeus, a gladys y el camba sota. y asi. se trata, uiero decir diciendo, de
cantar(se) desde mas alla de uno mismo.
++ y si, es cierto: calamaro es poeta, yo tampoco.
+++ ya que estamos: que es como se reconoce eso que se ha dado en llamar "buena voz"?
perdon: una errata: debe decir "hablamos de pop musicalia no de bel canto".
[jf]
El ejemplo de la voz de Dylan es algo que desde siempre me ha pasado por la cabeza, además de los ejemplos que dí en mi anterior comentario.
Romeo, estas reduciendo a un músico a lo que su voz puede dar?? no creo, pero me parece un argumento sumamente superficial. "Escribir es componer", dices, escribir música querrás decir.
E insisto, de qué quieres que se te demuestre con una "prueba musical" ? al fin y al cabo tú bien sabes que terminarás diciendo que no te gusta AC por cualquiera de las siguientes razones:
- Su voz te parece espantosa.
- Su hit "Sin Documentos" te irrita (ojo que en ese disco había temas mejores).
- Sus rimas de "Te quiero" son de lo más cursis (sí, no lo niego).
- No ha creado ningún estilo nuevo que a tí te guste, o dicho sea de paso no ha inventado la pólvora.
- Porque aborreses a todos los que tienen algun hit en su vida.
- Por solidaridad a Charly que lo odia.
AC no será de lo mejor del rock argentino, pero se merece un lugar importante.
Te parece un argumento "sumamente superficial"? uy, qué profunditirijillo.
Si, escribir música, lo que sea, "componer", tu me entiendes Almohada tampoco eres tan ingenuito.
Hablo de la voz del cantautor Calamaro porque es sin duda el único atributo que podría explotar el muchacho, ya que como compositor demuestra ser un fraude evidente y - como ya insistí en otras ocasiones - el carisma me la pela.
Pero en lugar de simplemente poner el nombre de un buen tema de AC, uno que pudiese hacer cambiar mi "sumamene superficial" punto de vista de este fifí, mister Almohada discurre en la innecesaria labor de enumerar las razones por las que no me gustará nunca Calamaro, bueno chiquilín, qué hago? te agradezco por tu psicoanálisis interpretativo a ojo de buen cubero?.
Sigo esperando la prueba musical!, no la respuesta de Almohada con sus chiquilladas (para eso Almohada, quitá el moderador de tu blog, que allí dejé unas pintorescas frasecitas que nunca te atreviste a publicar, remember?).
Dénme la razón de su irrevocable amor a AC, sin comparar su carencia vocal con las maravillas de Bob o su carisma con el de Morrison.
Romeo
Ah, y para quien piensa estito
de la "buena voz": "estariamos hasta las bolas con luismigueles, rickymartins, zulmasyugar, bonjovis, beyonce, grillosvillegas y un etc demasiado largo para la escasa paciencia de mi ulcera."....
pues que pena tener semejantes referentes como "buena voz".
no, chaval, yo no creo que ninguno de esos tenga "buena voz". es mas, no se que diablos es una buena voz. no nos olvidemos, no enturbiemos las ya turbias aguas del Rocha, de que eso (lo de "buena voz") es un paradigma que vos has enarbolado sin molestarte por explicar a que llamas tal cosa, bajo que criterios, etc, etc.
e ahi que, justamente, hice esa lista onda bolsa-de-gatos para hacerte saltar y poder preguntarte de frente: a que llamas buena voz?
para mi, por ejplo, la voz de Tom Waits es mas que muy buena (mi mujer, quien opina que nadie tiene mejor voz que Bocelli, dice que Waits ni siquiera llega a tener mala voz). el disco triple que saco Waits este 206 (que no puedo recomendar lo suficiente) le rompe el alma y aledanios a cualquiera, tres veces, de ida y vuelta -- Modern Times incluido (por mucho que se me encoja el corazoncillo al constatarlo y/o decirlo).
[jf]
+ y mas respeto por Luismi, che, que hoy se ha recibido de papa. mira tu y nos viene a pasar con este como con julio "infame" iglesias, y la calamidad sonora se reproduce por patrilinealmente??? dios nos libre & guarde.
mmm, si me pongo a enumerar lo que considero buena voz, sería ese paradigma apropiado de juicio?, modelo de audiencia y apreciación? o no sería mas que una pedantería esperar que todos consideren buena voz lo que yo creo que es buena voz? por ejemplo, Tom Waits es una voz impresionante para ser un cantante de blues, responde a los cánones de blues a la perfección, Maynard es la mejor voz del rock en la actualidad y Tom Yorke junto al vocalista de Muse probablemente le siga los pasos, la voz más impresionante del rock latinoamericano, aunque precisamente no es latinoamericana, es sin duda la del vocal de los Volta... y así se puede ir numerando hasta aburrirse y nombrando lo que uno considera "bueno". El punto sigue siendo el mismo. Cuando empecé a comentar en este artículo, te juro que en primera instancia confundía y entrmezclaba la repugnancia frente a Calamaro con lo que oí de Sabina y viceversa, de ambos había escuchado bastante y de ambos podría inferir las mismas opiniones:
- pseudo poetas
- voz pésima (y no deliberadamente pésima como algunos usan para su defensa, si no simplemente mala)
- composición mediocre y simplona
y otras mil cosas que se pueden achacar a los cuates estos y a veinte como ellos.
el juicio de un trabajo debe observarse desde el todo, de acuerdo, pero en el caso de Calamaro por ejemplo, la suma de las partes mediocres hace un todo no mediocre, sino malísimo.
Por ello me enferma que lo defiendan por que es un rockerín latino, o porque sus canciones sirven para dedicárselas a las chicas o porque Romeo - como dice Almohada - siempre odia a los que tienen un hit en su vida.
Pamplinas y argumentos de placebo.
Sigo esperando la prueba.
Romeo.
Confieso que cuando leí esta respuesta ayer me dije: bueno, de acá me borro callado, no vi nada, guardo violín en bolsa y si te he visto no me acuerdo. Releo hoy y veo algunos resquicios por los cuales se me antoja es posible seguir el intercambio de pareceres. Celebro que los decibeles descalificativos hayan bajado un poco y que se demuestre voluntad de charla.
De entrada, yo veo, querido Romeo (perdón por la rima calamaresca), que para circundar tu objeto de discusión te paseas con mucha soltura por Yorke, Mars Volta y Sabina: paseo que siendo generosos llamaríamos ecléctico, y al que con un poco de no-generosidad llamaríamos vago. Pero no intento, por favor, leéme con buena fe, reducir tus argumentos por el expediente simplón (peor aun, de mal gusto) de mostrar sin más ni más el vasto rango de tu abanico de apreciaciones comparativas (tan vasto, ay, que llega a la inconsistencia). En todo caso, y en un gesto levemente sofista, te robo el trueno y digo que ese gesto tuyo demuestra, sin querer queriendo, que a Hank no se lo puede clasificar muy facilonamente, en función de esquemitas de presentador de videos de la tele nacional. El Cala es un bichejo que no se deja así nomás fijar en nuestros cómodos insectarios. Antes de tu post, ¿qué podía haber en común entre Sabina y Maynard?
Eso por un lado.
Por el otro, recojo y devuelvo en volea la frase con que abres tu post: “si me pongo a enumerar lo que considero buena voz, sería ese paradigma apropiado de juicio?, modelo de audiencia y apreciación? o no sería mas que una pedantería esperar que todos consideren buena voz lo que yo creo que es buena voz?´”.
Bueno, veamos.
Decía Oscar Wilde que él escogía a sus amigos por algún detalle arbitrario que a él le resultaba agradable y que luego, mucho más tarde, buscaba argumentos para justificar tal elección. Por ahí va lo que dices, creo. Llega un punto en que toda voluntad de juzgar objetivamente una preferencia estética choca con las arbitrariedades, los caprichos del gusto. Es como con las chicas: primero nos gusta X, luego preguntamos a qué colegio iba (o mejor aun: a qué colegio va. ¡Aguante Nabokov!). Desde ahí hablo, pues.
A mí me gusta Calamaro. Tengo casi todos sus discos, incluso esos de “canciones encontradas”. Si bien hay varios de ellos que no sé en qué cajas los tengo abandonados, inescuchables ya. Vale, que estoy diciendo: me gustó mucho Honestidad, me gustó bastante Alta Suciedad, me gustaban muchas cosas, sueltas, de Los Rodriguez. Blablablá… Con un detalle. Ese mi gusto no fue nacido por generación espontánea: es más, ése mi gusto por Calamaro existía como tal, a la manera del agalma lacaniano, ya antes de que existiera Calamaro.
Me explico: desde siempre, desde muy chango, escuché mucho rock argento. No sólo Sui Generis o Spinetta, sino cosas más oscuras como Pastoral, Vivencia, Manal, Color Humano, Aquelarre, etc etc. Al cabo de un tiempo, cuando vine y me di cuenta, eso que empezó como gusto preadolescente alimentado por el no tener nada que hacer había resultado ser toda una tradición musical. Una tradición a la medida del destino sudamericano, claro está. A su manera, salvadas todas las distancias que quieras, una tradición como la del blues, la del flamenco, etc, etc. Una tradición con sus padres fundadores, sus disidentes, sus líneas maestras, sus corsi e ricorsi, etc, etc.
Así, Romeo, digo me gusta Calamaro y hablo, inexorablemente, de esa educación sentimental, personal, intransferible, con lo que se llama rock argento. Por eso no acepto, para mí, lo que dices de AC como chico póster del arquetipo “rockerín latino”. No es desde allí que yo lo escucho. Para mí, eso que llamamos Calamaro NO TIENE SENTIDO fuera de la tradición el rock argento. No sé qué pasa con el resto de los que lo escuchan, pero bueno, sólo puedo hacer conjeturas desde mi deseo. Y a veces ni eso. No sé qué es un rockerín latino, pero AC no es Juanes, ni Maná, ni (menos que menos) Shakira. Y eso tú lo sabes bien. AC no circula por esas rojas alfombras de lo latino según los chatos criterios de Televisa y etc etc. Seamos serios, a cada quien lo suyo.
Yo me engancho con Calamaro porque lo escucho como una ramita floreciente salida de ese gran tronco de la tradición argenta. Cuando oigo lo primero de él, esas tonterías como “Fabio Zerpa tiene razón”, “La vi comprándose un sostén”, etc, me resulta familiar, sé de dónde viene esa música, esa actitud letrística: música y letras que incipientes, en formación, ostentaban, sin embargo, muy en primer plano su genoma, su linaje. Está todo muy ahí, muy claro. AC aparece como solista en un momento en que de ese mismo tronco, en otras direcciones, salían cosas como Soda, Virus, Patricio Rey o La Renga. Momentos del rock argento que no tienen nada que ver unos con otros, aislados, pero que en el contexto matriz de esa sólida tradición se hacen más densos, más complejos de lo que son, o pudieran ser, individualmente.
Antes de seguir, cito algo de Fito, en una reciente entrevista: “No me entiendas mal: lo que yo reclamo es que una historia centenaria, como la de la música popular argentina, con altos momentos estéticos y de fuerte impronta... ¡No puede ser que estemos en lo que estamos ahora! ¡Si se lo contás a alguien no se lo cree! Voy a ser más específico: para mí la cocina grossa de la modernidad argentina a nivel de música popular está en Nebbia, los grupos de Spinetta, La máquina de hacer pájaros y Seru Giran. Eso fue lo último importante que pasó. Y no estoy haciendo revisionismo. Porque te puedo hacer rápidamente una conexión entre las orquestaciones de Salgán y la manera en que Charly presenta "Cuando ya me empiece a quedar solo". O pegar las melodías de Gardel con las de Nebbia. Y el texto de "Naranjo en flor" con "Los libros de la buena memoria". Hay una cadena ahí, que en un momento, ¡tras!, desaparece. Eso es lo que me llama la atención...”.
Es cierto eso, lo que hoy pasa por rock argento es una versión aguada de aquella de la época de oro. Como un amigo muy certero me dijo: Fito se olvida de incluirse él entre esos que jodieron, que banalizaron la cosa.
Y cité a Fito nada más para decir que me parece que AC es bandera de este momento malo muy malo que pasa el rock argento. Si él es el mayor referente actual… bueno, qué queda pa´l resto. Parece ser que el pico creativo de Hank (no confundir con volumen de ruido producido) fue ese período, ya pasado y pisado, entre Alta Suciedad y Honestidad. Canciones como “Con Abuelo”, “El día de la mujer mundial”, “Media Verónica”, “Paloma”, “Clonazepan y circo” son grandes canciones, se las escuche con onda o mala leche. Y antes de ese pico, hay que decirlo, AC logró cosas como “Algunos hombres buenos”, por ejplo, que dan “brillo y esplendor” a la carrera de cualquiera. Y es en estas canciones que se evidencia que AC no tiene buena ni mala voz, fuere esto lo que fuese, sino que tiene la voz justa para cantar esos temas, la voz que esa canciones requieren: más aún, solamente AC puede cantar esas canciones. Prueba oblicua: el infame disco tributo que salió el año pasado (pero, una vez más, todos esos discos tributo lo son). Una excepción: el cojonudísimo cover de “El salmón” que hace el Indio Solari en el recién salido 40 Años de Rock Argento.
Dicho todo eso, comparto tu reacción contra el boom Calamaro cuando éste se refiere a discos como El Cantante, el atroz disco de tangos gitaneados (equivalente sonoro de una hamburguesa con dulce de leche y rodajas de sandía: ni siquiera Julio “Infame” Iglesias fue tan ridículo: Julio perpetró disco de tangos, pero estos sonaban, muzak y todo, a tango –cima del all time top five de mi abuela, ese disco --dicho sea entre nos) y el no tan nuevo disco en vivo, titulado El Regreso, con los inadjetivables de la Bersuit, que es bailanta total. En ese disco, extasiado en el colmo de lo kitsch, AC interrumpe las canciones para recitar, con las manos enarbolando puños vindicantes de vaya uno a saber qué, cameos extractados de las películas de Gardel –cameos que el público cómplice sabe que son puro y duro auto-bombo.
De lo de penoso poeta, qué se puede decir. Lamentablemente, probar ese punto es demasiado fácil, tanto así que quizás sería más productivo discutir cuál es el peor “verso” que, a manos llenas y sin decir agua va, la molto rimadora inspiración calamariana nos ha infligido durante todos estos años. Propongo, para empezar, ese que dice algo como: “era el año nuevo chino, en un restaurante argentino, con empanadas y vino”. Y apenas citado ese “verso” una sospecha aflora: ¿no será que Calamaro también mira con recelo y extrañeza todas esas descolocadas magnificaciones que cierto público voluntarioso, o cierta prensa tendenciosa y coimera (valga la redun) como el ubercretino de Fresán, proyecta sobre sus mínimas rimas?, ¿no será que AC escribe esas sus letras pintorescas por el porteño gusto de hinchar las bolas? Yo, firme en la supersticiosa ética del escucha, las oigo así y me hacen mear de la risa. No pido más de ellas, cuando quiero poesía se dónde ir a buscarla.
Me alargué mucho, scussi. Me gustaba decir que no sólo defiendo las grandes canciones de Andrés (que son varias), sino otras indefendibles y que sin embargo, como todo guilty pleasure que se precie, siempre me ponen risueño, cada vez más me cuesta más dejarlas de lado. Hablo de cosas muy menores como “Elvis está vivo”, “Brindo”, “Sin documentos”, “Te quiero igual” y la impresionante “Mi enfermedad”, canción que la hinchada de Boca se apropió instantáneamente y que, con letra cambiada, solía cantársela a Milton Melgar. Había que estar en La Bombonera y escuchar eso, Romeo. Millones de bosteros no pueden equivocarse tanto.
[jf]
Quería responder a estos comentarios, pues estuve ausente hace demasiado tiempo. Pero con semejante golazo, de media cancha y de taquito (para seguir con las analogías futboleras) no queda más por decir.
Si lo que habría que decir no está dicho en esa exhuberante y erudita exposición (¿tesis?) de [JF], levanto mis cosas y melargo.
Me quito el sombrero por [JF], le hago la venia y aplaudo. No cabe más...
Y sí, ¡Aguante Calamaro!.
Es verdad, pasearse por esos músicos es vago e inconsistente, porque la respuesta no tenía el objeto de profundizar nada, señor JF.
La prueba no llegó nunca, sólo leo una larguísima perorata en defensa de momentos históricos que huelen a rancio y una archi personal rebatida - quizás no haya otra - del rockerín latino.
Ni modo, ni siquiera terminé de leer la respuesta porque en los dos primeros párrafos ya me aburrió mas que las canciones de AC. (Sabina y Maynard?, qué le pasa a JF?!)
Sin prueba y sin debate eficiente.
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