lunes, enero 12, 2009

No Asheton. No Stooges. No Fun.

No había posibilidad de confundir esa melena rubia. El provocador sexual de turno no era quien recurriese a un puntiagudo braseare de Jean Paul Gaultier para volar las alarmas puritanas, sino un sujeto que –con gran contento– enseña el miembro, cada noche, hoy como hace cuarenta años. Ya por encima de los sesenta pero acompañado de la banda con la que básicamente se inventó antes de cumplir los 20, el semidesnudo demente que se contoneaba en el escenario del “Rock and roll Hall of Fame” era Iggy Pop, afortunadamente “completado” por los siempre estupendos Stooges (los hermanos Ron y Scott Asheton en guitarra y batería respectivamente, además de Mike Watt supliendo al malogrado Dave Alexander en el bajo). Así se zanjaba la polémica respecto a la inducción de la “reina del pop” [sic] en el salón de la fama del rock, y de paso Madonna se congraciaba al reivindicar a los padres del punk, que habiendo sido nominados ya en más de siete ocasiones, la tienen aún difícil para entrar a dicha “selecta sociedad”. Si bien es probable que el reciente fallecimiento de Ron Asheton termine por cuajar la tan postergada inducción, no creo que el reconocimiento institucional sea algo que preocupe especialmente a estos pioneros del punk. Como fuera, contando el inesperado link The Stooges – Madonna como uno de los momentos más extraños del año pasado y apenas empezando el 2009 con la noticia de la muerte de Ron Asheton, aprovechamos estas líneas para homenajear al desaparecido guitarrista.

Nacido en 1948 en Washington D.C., la vida de Ron Asheton está permanentemente ligada a dos ejes esenciales: Detroit y The Stooges. Aunque a la larga ambos terminarían ejerciendo la misma trascendental influencia en Asheton, pues de no haberse trasladado a Ann Arbor en 1963, no habría conocido a los otros miembros de la seminal banda, y mucho menos habrían podido crear a los Psychedelic Stooges en su sótano. El cambio permitió a Asheton pasar del acordeón a la guitarra, e introducirse en una escena en la que el rock de garaje era el lenguaje común.
A pesar de que su madre le compraba todos los discos de los Beatles o los Rolling Stones, no fue hasta que tuvieron de oportunidad de ver a The Who en Londres (en 1965) que los Asheton decidieron qué era lo que deseaban hacer como banda. El pandemónium hipnótico del cuarteto inglés les dio un vistazo del extremo al que aspiraban, un riesgoso estado alterado en el que la música empujaba al público y a los intérpretes al caos más puro.


Cuando conocieron al errático empleado de una tienda de discos llamado James Newell Osterberg –el futuro Iggy Pop– los Asheton decidieron finalmente iniciar una banda, que fue bautizada como The Psychedelic Stooges. Con otro amigo de la escuela en el bajo (David Alexander) y sin realmente saber tocar sus instrumentos demasiado bien, los Stooges decidieron hacer una suerte de rock vanguardista que incorporara algo de los Yardbirds, Harry Partch, Frank Zappa, Hendrix , los cantos gregorianos y la música budista. Así, intentaron crear una ópera rock de avanzada con una guitarra hawaiana de juguete haciendo de sitar y licuadoras, aspiradoras, viejos aparatos telefónicos y otros trastos caseros como efectos de sonido.
Casi sin proponérselo debutaron muy pronto, el día de Halloween de 1967, abriendo para los MC5 en un conocido antro local., el Grande Ballroom. Bordeando el arte performático entre los gritos de Pop y las fallidas evoluciones de cada uno en sus instrumentos –que obviamente apenas sabían tocar–, su impericia estalló en el escenario y consiguieron dejar al público azorado. Tristemente su próxima tocada, como tel
oneros de Cream, fue un desastre (probablemente debido a que su set completo duraba varios minutos menos que cualquier solo del trío inglés). Este incidente puso en pausa a la banda, que decidió replantearse su camino de inmediato.

Cuando regresaron en 1968, los Stooges no solamente habían quitado el Psychedelic de su nombre, sino que se habían transformado en una banda radicalmente distinta. Apuntando a la agresión sónica más pura, eliminaron cualquier señal de sofisticación musical y se aprestaron a barrer con todo a fuerza de una performance inmisericorde. Apoyados por la revista "Creem" y sus “hermanos mayores” MC5, los Stooges consiguieron inesperadamente un contrato discográfico con Elektra, que les ofrecía 25.000 dólares y un estudio listo para grabar. Tenían apenas tres canciones y una especie de jam desorientado con el que cerraban sus conciertos; no importó mucho y el cuarteto se lanzó a Nueva York jurando tener el material listo, pues allí John Cale los esperaba para comenzar a producir su debut.

Habiendo escrito la mitad del álbum la noche anterior de grabarlo (así afirmaba Ron Asheton, que se dividió con Iggy los deberes compositivos), Cale medió en esa inexplicable mezcla de los Doors y Velvet Underground que le había tocado producir, y sobrevoló con ellos los rincones más arty del sonido Stooge. Ron Asheton fue fundamental para la conformación del sonido del disco, gracias a su wah-wah enfurecido (debe ser el usuario más feroz de este pedal) y a las llamaradas distorsionadas de su guitarra, tocada siempre al extremo del acople. Autor de los mínimos pero perdurables riffs de “No fun”, “I wanna be your dog”, “Real cool time” entre otros, "The Stooges" de 1969 apenas conseguía capturar la demoledora potencia del grupo, que insistía en grabar con los amplificadores en 10 pero terminó entrando en el marco medianamente contenido que dibujó Cale.

Un fracaso rotundo en críticas y ventas, "The Stooges" sirvió para –a futuro– “fundar innumerables bandas”, muy a pesar de su estrepitoso fracaso inmediato. Sería tal vez la estela de John Cale y el similar efecto de su trabajo con la Velvet Undergound. Como fuera, cambiando de productor y en busca de alguien capaz de plasmar su sonido “auténtico” y descarriado, grabaron en 1970 "Fun house", recurriendo al viejo tecladista de los Kingsmen para guiar la empresa. Y la idea resultó fructífera, dado que se consiguió capturar el torbellino sonoro de la banda, a la que se le añadió el saxo de Steve McKay, elemento disruptor esencial y casi una zambullida en el free jazz. El resultado fue, nuevamente gracias a la imponente guitarra de Ron Asheton –menos apoyada en el wah-wah pero desatando una tormenta de distorsión sobre la furiosa base de su hermano Scott–, un tour de force inaudito. Bautizado como la “casa de diversión” donde estos punks dormían las borracheras o tomaban ácidos con hippies confundidas, el disco elevó el ataque de lava guitarrístico de Asheton a un nivel en el que podía codearse con innovadores más rigurosamente formados, pues lo que los Stooges estaban haciendo (lo decían ellos mismos) no era sino sus propias versiones de Albert Ayler, Ornette Coleman y hasta John Coltrane.

De algún modo la historia de los Stooges termina con el último chirrido de “L.A. Blues”, atonal freak out con el que cierran "Fun House". Desmembrados por el alcohol y la heroína –sólo Asheton pudo salvarse de esa adicción–, el descalabro comercial de su segundo álbum y la consecuente recisión de su contrato con Elektra acabaron por desbandarlos. Y aunque en 1973 David Bowie convenció a su disquera para que contrataran a su amigo Iggy y los Stooges, e incluso produjo "Raw Power" (a la sazón tanto el último disco de la banda en 35 años como el primero en dejar huella entre otras bandas); el hecho de contar con James Williamson en la guitarra y degradar a Ron Asheton al bajo, hace de este disco –no por ello es menos influyente o genial– un apunte marginal en la carrera del guitarrista original de los Stooges. Y por mucho que Ron se apañó para tocar el bajo con furiosa solvencia, el tercer fracaso consecutivo y los problemas experimentados en la producción lograron separar definitivamente al grupo, que con el auspicioso arranque solista de Iggy y la muerte de Dave Alexander a causa de una pancreatitis en 1975, vio cerrarse el capítulo más notable de su historia.

Luego de la disolución de la banda Ron Asheton adoptó un perfil relativamente bajo para las próximas décadas, a pesar de que bandas como los Pistols o The Damned no se empachaban de mencionarlos como sus influencias. Y aunque probó suerte como actor, no llegó a alejarse de la música y se unió a The New Order en 1974, una especie de superbanda del proto punk que no tuvo impacto. En 1976 Asheton volvió a encontrarse en la senda “vanguardista” con Destroy All Monsters, una banda que daba el salto hacia el post-punk heredando lo mejor de los Stooges y en donde la preciosa Niagara presagiaba el No Wave al señalar que el camino entre la primera Velvet Underground y Sonic Youth debía pasar necesariamente por los Stooges. Lastimosamente la escasísima repercusión de este grupo termino igualmente condenándolo a una prematura desaparición.

Ya acostumbrado al fracaso, Asheton se abocó a las presentaciones en vivo, y alternó en el supergrupo de punk australiano New Race, que a inicios de los 80 incluyó a miembros de Radio Birdman, MC5 y los Stooges. Fue justamente un nuevo “rejunte estelar” el que propició la más reciente reaparición de Ron Asheton, que cuando fue convocado para grabar el soundtrack de "Velvet Goldmine" (Todd Haynes, 1998) se hizo amigo de varios músicos que lo idolatraban: Mike Watt, J. Mascis, Thurston Moore y Mark Arm, que no solamente quedaron encantados con la posibilidad de tocar con él, sino que lo invitaron a transformar este eventual experimento en una banda permanente, y hasta grabaron juntos un disco. (todavía iinedito) Pero a pesar del hundimiento de la idea, convocando nuevamente a su hermano Scott, Ron armó una nueva versión de los Stooges a partir de este experimento, contando a Mike Watt en el bajo y a J. Mascis en la segunda guitarra. Sorprendido por la recepción que tuvo esta reencarnación, Iggy Pop se apareció en uno de sus conciertos y desde entonces (2003) se reinició oficialmente la andadura Stooge, manteniendo a Watt en el bajo y hasta recuperando al viejo saxofonista Steve McKay.

Y aunque lo más relevante de esta reunión son las presentaciones “en vivo” –que a pesar de los años no han perdido su potencial revoltoso ni la sorprendente avalancha energética, ambos absolutamente memorables–, la banda también grabó un nuevo disco en 2007. Titulado "The weirdness" y esta vez creado junto al genial Steve Albini, el disco no es malo, pero sí queda como una adición muy menor al tríptico original del grupo. Durante todo 2008 la banda proseguiría su gira sin mayores sobresaltos, por lo que no deja de sorprender que Ron Asheton haya aparecido muerto en su casa de Ann Arbor. Probablemente el más saludable de los Stooges, Asheton aparentemente falleció a causa de un fallo cardiaco, dejando seriamente comprometida la continuidad de la legendaria banda, pues hay que tener agallas para querer llenar los zapatos de un guitarrista tan influyente como él. Salvo que James Williamson –actual vicepresidente de Sony Electronics– decida dejar el terno y retomar la guitarra, la certeza del final de los Stooges es tristemente casi total.

Precursores de casi todas las formas musicales que incluyan guitarras subidas y agresividad, al pretender inventar una nueva forma de blues -dado que la idea de adolescentes blancios recociendo el blues ya les parecía agotada- los Stooges descubrieron que el truco estaba en esencialmente saltarse el blues, exorcizarlo del rock. Tiene así total sentido que el wah-wah sea usado por Ron Asheton como si de una bomba de gasolina se tratase y ya no con la seductora actitud bluesera; lo mismo para la batería y el “four to the floor” carente de ese swing canónico. Ron Asheton fue en todo esto tan fundamental como Iggy Pop, y no en vano es uno de los guitarristas más influyentes del rock, casi tan robado en el cuartel punk como James Brown en la música negra. Siendo The Stooges una estupenda síntesis de todo el garaje rock estadounidense y de lo que la invasión británica llevó a ese país, tanto John Zorn como Jay Reatard siguen acercándose al arte desde la sombra de los de Detroit. Y es que el mundo no ha cambiado demasiado; sigue hundiéndose en una espiral de caos sobre la que no tenemos control. Y ese fue el sonido de los Stooges, de la guitarra de Ron Asheton, de la estampida de su hermano Scott, de la inundada demencia de Dave Alexander y sus bases, del poseso Iggy Pop perdiendo los pantalones en el escenario. Jamás debe pasársenos que Stooge en español significa chiflado. Y tal vez ese es el mayor cumplido que le han hecho jamás al mundo, y la música de este inagotable cuarteto el mejor de sus retratos.


3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Ganó Javier el concurso de la revista? No volvimos a saber nada de eso.

Javier Rodríguez dijo...

Pues sí, ya es oficial. Ganamos: http://crawdaddy.wolfgangsvault.com/Article/Richard-Lloyd-Alchemy.html

Gracias por todo y un gran saludo

Viagra Online without prescription dijo...

Excelente review, sin duda alguna fueron una banda demasiado buena, grandes exitos tuvieron.