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Woody es simplemente Woody. Miles de personas no saben si tiene algún otro nombre. Él sólo es una voz y una guitarra. Él canta las canciones de un pueblo, y sospecho que, de alguna manera, es ese pueblo. De voz tosca y nasal, su guitarra colgando como el acero de un neumático en un eje oxidado, no hay nada dulce en Woody, como no hay nada dulce en las canciones que canta. Pero hay algo más importante para aquellos dispuestos a escuchar. En ellas está la voluntad del pueblo para sobrevivir y luchar contra la opresión. Y creo que eso es a lo que llamamos “Espíritu Americano”.
John Steinbeck, sobre Woody Guthrie
Alguna vez el pasado fue tan cercano e intenso que las leyendas eran realidad cotidiana. Ya demasiado lejanos, la arista interna del tiempo dibuja el límite entre la dimensión de lo humano y ese fundacional magma, inscrito en lo mitológico. Hablamos de una historia repleta de figuras legendarias, donde todavía buscamos las pistas para entendernos. Es allí que, enterrados entre añoranzas románticas y estereotipos reduccionistas, muchos de nuestros símbolos habitan, dolorosamente transformados en proyecciones mediáticas envilecidas o en emasculados trazos incongruentes. Woody Guthrie, músico a quien recordamos al cumplirse cuarenta años de su muerte, ha sufrido un destino similar. El icono americano que fundó el folk, y desde allí transformó la música popular, el hombre que vivió profetizando un mundo que estaba al llegar –mas nunca vendría– se ha convertido en una colorida figura folclórica, una tradición traicionada por su legado. Vencido por la historia y el peso del icono que encarnó, Guthrie merece un recuerdo más acorde con su vida, que fue un continuo viaje de observación, un eterno vagar hecho narración, el correlato de su pueblo y su vivencia, una búsqueda incansable por justicia; entonces, honrémosle desde estas líneas ofreciéndole precisamente eso.
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Fue en ese trance que Guthrie conoció de primera mano la dureza de
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Pero Guthrie no solamente capturó la emocionada esperanza de los viajantes atribulados, sino que también empleó sus canciones para transmitirles advertencias y consejos, patentes en numerosas grabaciones que se hallan en la colección "Dust Bowl Ballads", único registro de aquellos trabajos en los que Guthrie plasmaba tanto las historias de su travesía como el sueño edénico del destino esperado y la desazón de encontrar una tierra muy poco diferente a la que habían abandonado.
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Acostumbrados como estamos a discursos artísticos desechables, mencionar que Guthrie participó en numerosos mítines comunistas, protestas sindicales, huelgas y otras actividades organizadas por las Uniones Obreras, sin duda sorprende. No hay que recordar siquiera la consecuencia de su vida y acciones, que le vieron enfrentar la represión policial, al enemigo fascista y la opresión de la industria discográfica, sucesivamente; regalando y liberando para su uso, copia, reproducción e interpretación, sus composiciones, tocando para las tropas o rechazando imposiciones de ejecutivos de las disqueras, acompañado usualmente por sus amigos Huddie Ledbetter y Cisco Huston. Estas conductas son una cosa absolutamente impensable en nuestros días, de “músicos comprometidos” que no tienen problema moral alguno por “vivir bien de la derecha”, aún proclamandose “de izquierdas” [sic]. Ciertamente Guthrie nunca se hizo militante del partido comunista, pero sí profesó una ideología de justicia e igualdad basada en la propia vivencia, por ello auténtica; viabilizada por él desde canciones que indicaban “lo que esta mal y cómo corregirlo, qué bocas alimentar, a quién darle trabajo”.
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Fijando su residencia en Greenwich Village durante este periodo, Guthrie con
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Cuentan que Guthrie aprendió su “Railroad Blues” de un lustrabotas negro que trabajaba frente a la puerta de la barbería que frecuentaba el músico; muchacho que con las solitarias notas de su armónica imitaba el silbato del tren al pasar, tocando siempre la misma canción cambiante. Partiendo de allí y sumándole la combatividad obrera de la “música de protesta”, que nació de la balada importadas del oeste europeo y las “chain gang songs”, incorporando la naturalidad rítmica hillbilly y las melodías del “Sonido Carter”, Guthrie consiguió crear una música que hablaba directamente al pueblo, pues la voz la prestaba un individuo no demasiado diferente a sus hermanos de lucha, un músico que al calzarse la guitarra –con sus ropas de trabajo sucias y el rostro gastado– no estaba disfrazado, pues había hecho de su vida un grandioso acto redentor, consumado a través de la música
Que se haya tomado una fuerte declaración comunista como una sue
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Un compositor único y prolífico, Woody Guthrie construyó la mitología de los Estados Unidos hasta el punto de desdibujar la línea entre la leyenda y la historia, incluyéndose cuidadosamente él mismo en ese campo, pero sin descuidar su permanencia como parte indivisible de ese “espíritu”. Como alguien sugería, una suerte de amalgama entre Hank Williams y Nietzsche, Guthrie fue arrebatado muy joven, trastornado por una enfermedad degenerativa que primero le enloqueció y luego le dejó incapaz de sostener una guitarra o siquiera hablar. Enfermo y errático, entre 1955 y 1967 sufrió una extensa agonía, reconfortada por la atención y visita de las nuevas generaciones, encabezadas por su primer y mayor profeta: Bob Dylan, quien aprendió a componer con los mismos básicos acordes que su “dios” Woody Guthrie (aunque por medio de Ramblin’ Jack Elliot, dado lo deteriorado del estado de Guthrie). Con una carrera en la que en algo más de diez años se cuenta por lo menos mil canciones, Guthrie descubrió un nuevo sendero para la música popular y lo hizo siempre del lado del pueblo. Una presencia consecuente y eterna, confirmada por el mismo Woody, en la voz de Tom Joad, que es la suya y la de todos nosotros:
Donde haya niños con hambre y llorando,
donde la gente no sea libre,
donde los hombres luchen por sus derechos,
allí estaré yo...
A cuarenta años es imposible dejar de creerle.
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6 comentarios:
Uhh! Tremendo post! ya mismo lo promociono en mi blog!
Perfecto
PS: La música perdida es la de ahora jajaja. Esta no. Esta sí suena!
PS: La música perdida es la de ahora jajaja. Esta no. Esta sí suena!
Gracias por la visita y comentarios, Perro Negro y Atomo de Bohr. Es un gusto encontrar amigos fans de Woody Guthrie.
Los esperamos por aquí siempre.
thanks
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