Probablemente uno tiene que estar profundamente trastornado para no poder ir al cine y ver una comedia sin dejar de pensar en política. Pero el boliviano es así, el nuestro es “el país de los analistas políticos” (y, por transitividad, también el de los “críticos de cine”) y ni siquiera un ejercicio humorístico se salva del fandango politiquero o de la critica desaforada.
Rodrigo Bellot, quizás el más visible exponente de la nueva generación del cine boliviano, decidió abandonar la profunda introspección y el circunspecto discurso de “Dependencia Sexual”, para realizar una apuesta arriesgada, embarcándose en el desarrollo de una "comedia nacional” [sic]. Así nacía una llamita blanca.
“¿Quién Mató a la Llamita Blanca?” puede presentarse como una comedia social, aunque su acercamiento a los formulismos del género la vincule a ese olvidado subtipo conocido como “screwball comedy” más que a una elucubración envuelta en una tónica jocosa. Claro que la iconoclasia del abordaje de Bellot, y del guionista Juan Cristóbal Ríos, ribetea la comedia por el valor intrínseco de la carcajada fácil (¿Interesa alguna otra cosa cuando la idea es hacer reír?) y deja de lado la capacidad de transformación que se posee desde la construcción discursiva (sea esta cinematográfica o no). Entonces, no debemos esperar aquí una comedia política a lo Lina Wertmüller, aunque tampoco una trastada a lo Kevin Smith.
No quiero pecar de exageradamente negativo, por lo que considero necesario comenzar reconociendo los valores fundamentales que tiene la película. Realizada como un “proyecto de graduación colectivo” por los estudiantes de la Escuela de Cine “La Fábrica”, de Cochabamba, confirma la formación de una importante camada de técnicos y profesionales, capaces de abanderar el nacimiento de una industria cinematográfica local. En este aspecto, el técnico, la película es indiscutiblemente prolija, aunque todavía se eche en falta la posibilidad de realizar la posproducción localmente.
El otro aspecto altamente encomiable corresponde a los actores, cuya caracterización es creíble, y permite digerir el estereotipo caricaturesco que se propone desde el guión. En este sentido, si en películas como “Crash” el abuso del estereotipado como vehículo narrativo marcaba un flirteo autodestructivo, aquí la exageración y el despropósito, hechos carne en Erika Andia, Miguel Valverde y Pablo Fernández, terminan redondeando el espíritu “camp” de la película (si se me perdona el intraducible anglicismo). A la luz de la eficiente resolución de los papeles y las notables performances, en esta como en otras películas nacionales, creo que reclutar artistas extranjeros para los protagónicos, rotar hasta el hartazgo a los mismos cinco actores o quejarse de las dotes interpretativas de los nuevos actores bolivianos, es ahora poco menos que impensable.
Por otro lado, a diferencia del director, no creo que la película pueda inscribirse dentro del sistema semiológico que él llama “Neobarroco boliviano” [sic], pues la misma construcción audiovisual y narrativa trasciende un gusto distinto, como si se estuviese articulando el discurso de la película desde afuera, empleando elementos que se cree pertenecen al sistema estético “neobarroco” (culturalmente mestizo, popular, o simplemente “cholo”, concepto que se evita en la película) cuando ciertamente se sabe que la película no se pensó “desde lo cholo”, sino como un menos certero “cómo vemos nosotros a los cholos”, a diferencia de “Sena Quina”, reciente primer ensayo nacional dentro de la comedia sin pretensiones serias, y evidentemente compuesta desde y con “lo cholo”, sin caer en evidencias que comprometan la consecuencia de esta elección estética y léxica. Nótese que aquí, en este comentario, no confundimos cholaje con indigenismo, ni otorgamos una tónica peyorativamente racista al concepto. (Hágase referencia a la definición del cholaje como una capacidad cultural, propuesta por Pablo Rodrigo Barriga, para comprender mejor este planteamiento). Por supuesto que cuestionar esta autenticidad es una exquisitez análoga a recriminarnos algún pecado de formación; pues me pregunto cuán creíble resultaría una reconstrucción mía del lenguaje popular, incapacidad original incluso evidente en lo literario.
Pero la sombra de “Sena Quina” no deja de perseguir a esta película. Es cierto que se parecen poco y cada una tiene su particular lote de aciertos y fallas (más o menos abundantes), aunque el intento de Paolo Agazzi por producir comedia ligera termina abordando mejor algunos ríspidos temas que Bellot sugiere con exagerada persistencia. Por ejemplo, Bellot nos cuenta (incluyendo un recorte de las mismas, pegadas sobre la pantalla y en formato de texto) de las polémicas declaraciones de Gabriela Oviedo, Miss Bolivia 2003, para luego aprovecharse de la broma; mientras que Agazzi bautiza a un destartalado karaoke camba como “Tall & Blond People” (Gente Alta y Rubia), sutilmente aprovechando la broma. Evidenciamos, a través de este como de otros ejemplos, que Bellot y Ríos parecen no poder definirse entre el humor muy veladamente tocado (anecdotizar sin criticar, dicen), las bromas literalmente “tongue in cheek” y la sobre-explicación de algunos aspectos, necesaria para los espectadores extranjeros (mercado al que se apunta desde la reputación del Director y del Equipo de Producción) pero algo cargosa para el público local. Claro que satisfacer a unos y otros sería arrastrar la obra a un punto ciego de improbable existencia.
Sin embargo, en esta película la observación de lo abigarrado (según Zavaleta) no deja de parecer incompleta. No se aborda el pleno de esa intersubjetividad multitemporal y contradictoria. ¿Por qué burlarnos de un discurso popular urbano, y no de las clases medias y altas? Me parece que faltó un personaje que pudiese permitirnos reír de este sector social, sus preocupaciones y frivolidades, de manera sistemática y no a retazos, como sucede en “La Llamita”. ¿O tal personaje se hallaba detrás de la cámara?, ¿Al otro lado de la pantalla? ¿Es acaso tan difícil reírse de uno mismo?, ¿Cómo retratarían a la pequeña burguesía cruceña en una película producida en Huayna Tambo? Es imposible componer desde lo que no se es, he ahí una axiomática ineluctabilidad.
“Género obliga” dice Bellot para explicar el “final feliz”, que duele, más que por otra cosa, por ese facilista “Deus ex machina” que al final lo resuelve todo, dejando cabos sueltos y tendones tirantes por toda la trama. Ergo, considerando que la mayoría de las comedias ligeras no se caracterizan por un guión sólido, ¿Podemos justificar todo tipo de defectos argumentales? Sinceramente yo no lo creo así. La capacidad narrativa y humorística, no exenta de un ácido sentido crítico y de autoconciencia, de Juan Cristóbal Ríos ha quedado evidenciada en sus anteriores trabajos, pero en este parece que le faltó un pulimentado general de la matriz argumental.
Hablemos un poco más de del guión. Este, inevitablemente laxo, falla en su delimitación del pathos, socavando la cohesión narrativa al imponer inconscientes cortapisas, que evitan derramar un magma conceptual (el logos) incapaz de soportarse y hacer de tejido conectivo al mismo tiempo. Es posible percatarse de esto en la utilización irresoluta del narrador, en el jugueteo visual, en la pobre coherencia de la línea narrativa, que de no haberse pensado la película como un “road movie”, nos remitiría a un desolado trasiego entre gags y forzados momentos de acumulación dramática, que en general terminan mermando la capacidad comunicativa del texto fílmico.
“¿Qué tal la exploración estética de Bellot en esta?” me preguntaron. No supe si confirmar un consciente avance exploratorio en la “vanguardia” audiovisual y sintáctica, corroborar un abuso gratuito del efectismo visual, o culpar a ese infeccioso afán de sorprender al público, de agarrarlo con la guardia baja, tan diseminado entre los artistas y artistoides criollos, mal que yo también suelo adolecer. “Mejor no hablar de ciertas cosas.” diría Luca Prodan.
Cuando uno enfoca la cámara lo suficiente, se hace tan poderoso que casi puede transfigurar la realidad desde su mirada. En nuestro país, probablemente gracias a su peculiar sociología de masas, esto no ha sido posible desde un discurso humorístico. Así es que creemos que la sátira camufla o expone, aunque casi sin fondo; mientras que el cine serio de Ukamau (por decir algo) propone una dialéctica más palpable. Quizás este asunto corresponde más al ámbito de la madurez política que a la película comentada en cuestión, aunque yo no discutiría la poderosa fuerza sintética e ideológica del cine. Sino pregúntenle a Jorge Sanjinés, a los maestros soviéticos o hasta a Leni Riefenstahl. Lamentablemente con Bellot no hay una definición consciente en tal sentido.
Cerrando ya el presente comentario, prefiero no cebarme con aspectos altamente criticables (el mal mezclado sonido y su efecto sobre la inteligibilidad de los parlamentos, la subterránea disquisición racista, el intrusivo y luego recortado rol del narrador, etc.) sino esperar que el tiempo y las sucesivas transacciones con la película permitan consolidar, o no, una opinión al respecto. A pesar de todo, el film ya parece haber envejecido bastante mal, y muchas de sus situaciones y desarrollo humorístico han dejado de ser tan graciosos como cuando se concibieron, en el momentum de la actual “Revolución Democrática y Cultural”. Queda la esperanza de la futura consolidación de la comedia vernácula en el cine boliviano, pero para alcanzar esto hace falta todavía mucho tropezar en el camino. Al final de cuentas, el estridente chirrido de la frenada no evita que la llamita igual termine atropellada.
Rodrigo Bellot, quizás el más visible exponente de la nueva generación del cine boliviano, decidió abandonar la profunda introspección y el circunspecto discurso de “Dependencia Sexual”, para realizar una apuesta arriesgada, embarcándose en el desarrollo de una "comedia nacional” [sic]. Así nacía una llamita blanca.
“¿Quién Mató a la Llamita Blanca?” puede presentarse como una comedia social, aunque su acercamiento a los formulismos del género la vincule a ese olvidado subtipo conocido como “screwball comedy” más que a una elucubración envuelta en una tónica jocosa. Claro que la iconoclasia del abordaje de Bellot, y del guionista Juan Cristóbal Ríos, ribetea la comedia por el valor intrínseco de la carcajada fácil (¿Interesa alguna otra cosa cuando la idea es hacer reír?) y deja de lado la capacidad de transformación que se posee desde la construcción discursiva (sea esta cinematográfica o no). Entonces, no debemos esperar aquí una comedia política a lo Lina Wertmüller, aunque tampoco una trastada a lo Kevin Smith.
No quiero pecar de exageradamente negativo, por lo que considero necesario comenzar reconociendo los valores fundamentales que tiene la película. Realizada como un “proyecto de graduación colectivo” por los estudiantes de la Escuela de Cine “La Fábrica”, de Cochabamba, confirma la formación de una importante camada de técnicos y profesionales, capaces de abanderar el nacimiento de una industria cinematográfica local. En este aspecto, el técnico, la película es indiscutiblemente prolija, aunque todavía se eche en falta la posibilidad de realizar la posproducción localmente.
El otro aspecto altamente encomiable corresponde a los actores, cuya caracterización es creíble, y permite digerir el estereotipo caricaturesco que se propone desde el guión. En este sentido, si en películas como “Crash” el abuso del estereotipado como vehículo narrativo marcaba un flirteo autodestructivo, aquí la exageración y el despropósito, hechos carne en Erika Andia, Miguel Valverde y Pablo Fernández, terminan redondeando el espíritu “camp” de la película (si se me perdona el intraducible anglicismo). A la luz de la eficiente resolución de los papeles y las notables performances, en esta como en otras películas nacionales, creo que reclutar artistas extranjeros para los protagónicos, rotar hasta el hartazgo a los mismos cinco actores o quejarse de las dotes interpretativas de los nuevos actores bolivianos, es ahora poco menos que impensable.
Por otro lado, a diferencia del director, no creo que la película pueda inscribirse dentro del sistema semiológico que él llama “Neobarroco boliviano” [sic], pues la misma construcción audiovisual y narrativa trasciende un gusto distinto, como si se estuviese articulando el discurso de la película desde afuera, empleando elementos que se cree pertenecen al sistema estético “neobarroco” (culturalmente mestizo, popular, o simplemente “cholo”, concepto que se evita en la película) cuando ciertamente se sabe que la película no se pensó “desde lo cholo”, sino como un menos certero “cómo vemos nosotros a los cholos”, a diferencia de “Sena Quina”, reciente primer ensayo nacional dentro de la comedia sin pretensiones serias, y evidentemente compuesta desde y con “lo cholo”, sin caer en evidencias que comprometan la consecuencia de esta elección estética y léxica. Nótese que aquí, en este comentario, no confundimos cholaje con indigenismo, ni otorgamos una tónica peyorativamente racista al concepto. (Hágase referencia a la definición del cholaje como una capacidad cultural, propuesta por Pablo Rodrigo Barriga, para comprender mejor este planteamiento). Por supuesto que cuestionar esta autenticidad es una exquisitez análoga a recriminarnos algún pecado de formación; pues me pregunto cuán creíble resultaría una reconstrucción mía del lenguaje popular, incapacidad original incluso evidente en lo literario.
Pero la sombra de “Sena Quina” no deja de perseguir a esta película. Es cierto que se parecen poco y cada una tiene su particular lote de aciertos y fallas (más o menos abundantes), aunque el intento de Paolo Agazzi por producir comedia ligera termina abordando mejor algunos ríspidos temas que Bellot sugiere con exagerada persistencia. Por ejemplo, Bellot nos cuenta (incluyendo un recorte de las mismas, pegadas sobre la pantalla y en formato de texto) de las polémicas declaraciones de Gabriela Oviedo, Miss Bolivia 2003, para luego aprovecharse de la broma; mientras que Agazzi bautiza a un destartalado karaoke camba como “Tall & Blond People” (Gente Alta y Rubia), sutilmente aprovechando la broma. Evidenciamos, a través de este como de otros ejemplos, que Bellot y Ríos parecen no poder definirse entre el humor muy veladamente tocado (anecdotizar sin criticar, dicen), las bromas literalmente “tongue in cheek” y la sobre-explicación de algunos aspectos, necesaria para los espectadores extranjeros (mercado al que se apunta desde la reputación del Director y del Equipo de Producción) pero algo cargosa para el público local. Claro que satisfacer a unos y otros sería arrastrar la obra a un punto ciego de improbable existencia.
Sin embargo, en esta película la observación de lo abigarrado (según Zavaleta) no deja de parecer incompleta. No se aborda el pleno de esa intersubjetividad multitemporal y contradictoria. ¿Por qué burlarnos de un discurso popular urbano, y no de las clases medias y altas? Me parece que faltó un personaje que pudiese permitirnos reír de este sector social, sus preocupaciones y frivolidades, de manera sistemática y no a retazos, como sucede en “La Llamita”. ¿O tal personaje se hallaba detrás de la cámara?, ¿Al otro lado de la pantalla? ¿Es acaso tan difícil reírse de uno mismo?, ¿Cómo retratarían a la pequeña burguesía cruceña en una película producida en Huayna Tambo? Es imposible componer desde lo que no se es, he ahí una axiomática ineluctabilidad.
“Género obliga” dice Bellot para explicar el “final feliz”, que duele, más que por otra cosa, por ese facilista “Deus ex machina” que al final lo resuelve todo, dejando cabos sueltos y tendones tirantes por toda la trama. Ergo, considerando que la mayoría de las comedias ligeras no se caracterizan por un guión sólido, ¿Podemos justificar todo tipo de defectos argumentales? Sinceramente yo no lo creo así. La capacidad narrativa y humorística, no exenta de un ácido sentido crítico y de autoconciencia, de Juan Cristóbal Ríos ha quedado evidenciada en sus anteriores trabajos, pero en este parece que le faltó un pulimentado general de la matriz argumental.
Hablemos un poco más de del guión. Este, inevitablemente laxo, falla en su delimitación del pathos, socavando la cohesión narrativa al imponer inconscientes cortapisas, que evitan derramar un magma conceptual (el logos) incapaz de soportarse y hacer de tejido conectivo al mismo tiempo. Es posible percatarse de esto en la utilización irresoluta del narrador, en el jugueteo visual, en la pobre coherencia de la línea narrativa, que de no haberse pensado la película como un “road movie”, nos remitiría a un desolado trasiego entre gags y forzados momentos de acumulación dramática, que en general terminan mermando la capacidad comunicativa del texto fílmico.
“¿Qué tal la exploración estética de Bellot en esta?” me preguntaron. No supe si confirmar un consciente avance exploratorio en la “vanguardia” audiovisual y sintáctica, corroborar un abuso gratuito del efectismo visual, o culpar a ese infeccioso afán de sorprender al público, de agarrarlo con la guardia baja, tan diseminado entre los artistas y artistoides criollos, mal que yo también suelo adolecer. “Mejor no hablar de ciertas cosas.” diría Luca Prodan.
Cuando uno enfoca la cámara lo suficiente, se hace tan poderoso que casi puede transfigurar la realidad desde su mirada. En nuestro país, probablemente gracias a su peculiar sociología de masas, esto no ha sido posible desde un discurso humorístico. Así es que creemos que la sátira camufla o expone, aunque casi sin fondo; mientras que el cine serio de Ukamau (por decir algo) propone una dialéctica más palpable. Quizás este asunto corresponde más al ámbito de la madurez política que a la película comentada en cuestión, aunque yo no discutiría la poderosa fuerza sintética e ideológica del cine. Sino pregúntenle a Jorge Sanjinés, a los maestros soviéticos o hasta a Leni Riefenstahl. Lamentablemente con Bellot no hay una definición consciente en tal sentido.
Cerrando ya el presente comentario, prefiero no cebarme con aspectos altamente criticables (el mal mezclado sonido y su efecto sobre la inteligibilidad de los parlamentos, la subterránea disquisición racista, el intrusivo y luego recortado rol del narrador, etc.) sino esperar que el tiempo y las sucesivas transacciones con la película permitan consolidar, o no, una opinión al respecto. A pesar de todo, el film ya parece haber envejecido bastante mal, y muchas de sus situaciones y desarrollo humorístico han dejado de ser tan graciosos como cuando se concibieron, en el momentum de la actual “Revolución Democrática y Cultural”. Queda la esperanza de la futura consolidación de la comedia vernácula en el cine boliviano, pero para alcanzar esto hace falta todavía mucho tropezar en el camino. Al final de cuentas, el estridente chirrido de la frenada no evita que la llamita igual termine atropellada.
16 comentarios:
No sé si ha algunos de Uds. se le vino a la cabeza, que aunque diga lo diga Rodrigo Bellot no hizo más que sacar una película comercial. Es decir no ha escrito ningún tratado sobre la Cultura Boliviana , nada eso. Yo fui a ver la película y no como algunos piensen el ver alguna estupidez de vez en cuando te hace estúpido, todos los días si es posible miro las noticias, mi cag... de risa.
La cosa es así la película no es más que eso, una visión SubRealista de Rodrigo y el escritor del Guión Original, expertos en Cine, en Bolivia no Existen... nadie le da importancia a las críticas o puntuaciones que salen en el periodico.
Si quieren reirse un poco de nuestra realidad, vayan y vean ¿Quién mato a la llamita blanca?, y aprecien la calidad actoral de Erika Andia y Pablo Fernandez. Si quieren escribir cualquier cosa y alguien como nosotros las critique, creen su BLOG.
bien, excelente, los párrafos son de ensayo más que de crítica, de un comentario literario, pero está muy bien.
reclamen señores, reclamen, que no les sirvan la salteña son chulupi adentro, que no les metan el dedito, que no venga Bellot como Goni a hacer discursos audiovisuales con mañuderías, café concert llevado al cine no es retórica de la "unidad nacional". Mis bolas!. Reclamen, reclamen.
Romeo.
ENVIDIOSOS ASQUEROSOS. EN SU VIDA HARAN ALGO COMO LA LLAMITA. TEORICEN LO QUE QUIERAN. PIERDAN EL TIEMPO, QUE AL FIN Y AL CABO SU OPINION ES TAN TRASCENDENTE COMO LA MIERDA ESTANCADA EN UN INODORO TRUCHO.
OS BENDIGO MEDICORES DE MIERDA
LA LLAMA
jajaja, uy , a esta "llama" le dolió el comentario, no será el seudónimo de la Ale Lanza?
Gorgeus Gorgeusonum
Uy la LLama habla como española, se le pegó el "os" al migrar a España seguramente (o la deportaron como a esos compatriotas que se hacían pasar por curas para entrar a España... esa podría ser la razón de sus bendiciones), llegaste solo para el estreno de la película?, vas a salir en El Mañanero bailando entre muchachas en ropa interior? pero hablando entre nosotros no creeras que soy envidioso verdad?, digo... puede que sea asqueroso, mucho más que la mierda estancada que tanto te encandila, pero no tanto como el nivel de asquerosidad de los chupas inútiles que celebran a los directores boludos y alienados que piensan que todos son mediocres menos ellos (y sus amigos chupas claro).
Gracias a Jesucito Rrrrey de Rrrreyes que mi opinión no es trascendente como la tuya Llamita bonita, yo soy de los que no se toma en serio y me da lo mismo ser "medicore" (así se dice en España ahora Lllamita?) o ser un genio incomprendido como Bellot, yo se que la historia te dará la razón, ya veo en unos 30 o 40 años a La Llamita Blanca junto a Citizen Kane y Casablanca, es cuestión de esperar... hey cambiando de tema, cuándo le vamos a echar unos charkes?.
TrancapechoNation.
Ahh y una pregunta preguntona... el autor de la entrada original del blog... es pariente del Arquitecto en Matrix Reloaded o son figuraciones mías?. Talvez me estoy rayando, ergo, soy un gil.
Honorificabilitudinitatibus, TrancapechoNation.
YA ME CANSE. BASTA. SU MEDIOCRIDAD APESTA. SABEN PORQUE APESTA. PORQUE SOMOS NOSOTROS LOS QUE TRABAJAMOS POR HACER PATRIA. ESOS FORWARDS!!!, DIOS MIO, ESA OCIOSIDAD. COMPRENSE UN PLAYSTATION, PONGANSE PLAYBOY TV. LA LLAMITA VA MAS ALLA DE SU TALENTO MEDIOCRE. ¿PUBLICAN BLOGS, PORQUE SU NULO TALENTO, NO LES PERMITE PUBLICAR EN LA PRENSA?. SE ALIMENTAN DE NUESTRO SUDOR. SE REGOCIJAN EN NUESTRO EXITO. SIN NUESTRA OBRA, EL CRITICO NO EXISTEN.SU RAZON DE SER, NO ES OTRA QUE LA DEL ESPECTRO QUE SE MANTIENE FLOTANDO, GRACIAS A LOS ACTORES, ACTRICES, ETC QUE LUCHAMOS POR USTEDES. DE AQUI ALGUNOS AÑOS NOS HARAN BIOGRAFIAS NO AUTORISADAS.SENSACIONALISMO CULTURAL. LES ACONSEJO QUE SE METAN A SER PERIODISTAS DE UNITEL, HACI TAL VEZ LA TRASCENDENCIA QUE TANTO AÑORAN SE HAGA UNA REALIDAD. MEDICRES OS ABSUELVO. JAVIER TIENES NOMAS TALENTO PARA ESCRIBIR, PERO DECIR QUE SENA QUINA SE PARECE A LA LLAMITA, ES COMO DECIR QUE DOCTOR STRANGELOVE SE PARECE A SCARY MOVIE. INVESTIGA, INDAGA UN POQUITO MAS.
EN FIN. LAS NUEVAS TECNOLOGIAS FUERON MAGNANIMOS CON USTEDES. TODA SU FRUSTRACION PUEDE SER PROYECTADA EN EL INTERNET. SIGAN ALIMENTANDOSE DE NUESTRO SUDOR, NOS HALAGANS A TODAS Y TODOS LOS QUE HACEMOS ALGO.
UN ABRAZO
LA LLAMA.
llama asquerosa, te voy a tirar por el culo. ya se quien eres llama de mierda.
no soy zoofilica, pero igual te voy a dar para tu manaso. en fin... cuidadte llama, no vaya ser como en tu asquerosa peli y tambien de verdad se pregunten: ¿quien mato a la llama pelotuda?
sigan, sigan....
p.d: romeo me puedes dar tu correo, me han hablado mucho de ti y quiero conocerte.
nos vemos
desde santa cruz
mabel
MABEL: SEGURO ERES UNA CUNUMI. ASQUEROSA ANDA REBOLCATE PUES CON ROMEO MARTA Y CON EL TAL JAVIER GUTIERREZ. EN UN CACHO MAS TENGO UN CASTING, HACI QUE ME ENTRETENGO JUGANDO SU ESTUPIDO JUEGO.
¿OYE MABEL, ERES LESBIANA?, ¿ME VAS A TIRAR CON ALGUN DILDO?. UBICATE PELOTUDA. SI QUIERES ACTUAR, YO TE PUEDO AYUDAR O DAR CONSEJOS.
ESTOY MUY OCUPADA. MABEL PONTE SILICONA Y VOLVETE EMPLEADA DE LAS MAGNFICAS.
JAJAJAJAJA, ME HACEN REIR
UN BESO
LA LLAMA
"Las feas putean feo, no?"
Cada vez que alguien defiende la llama (en especial los estudiantes de cine que la hicieron), le brota un inusitado derroche de insultos e incoherencias desde su ego, increíble, pero parece que el señor Bellot no solo les enseñó a filmar mediocremente sino a escribir con la misma mediocridad. Cómo se ofenden nuestros artistas, cómo les duele que alguien opine en contra u objete la autenticidad de sus obras. A ver... con chuis como para tontos: arte=intencionalidad de autor + sustento técnico + propuesta comunicativa. Si una de las partes falla, la suma está incompleta y por ende, se vuelve mediocre. Si siguen defendiendo el discurso ególatra y facho de Bellot es porque en cierta manera lo comparten, lo validan y lo admiran. A mí me bastó con leer una sola vez esa carta para darme cuenta de que estamos frente a un peligroso director que pregona la unidad nacional y que vive, piensa y actúa de otra forma. Un demagogo. Responde con racismo, con homofobia, usando su sexualidad como bayoneta, con notorio analfabetismo e ignorancia antropológica única. Si les parece seguir aplaudiendo sus pataletas, háganlo, pero sean responsables de lo que dicen o escriben, no se escuden en seudónimos. La llama puede ser una película "bien nomás" pero si siguen validando ese discurso mañudo de los autores (porque el guionista es otro jailón viendo a los "pobrecitos" aymaras desde su obtusa óptica de blancoide) nos muestran claramente que son personas cuestionables en todo sentido.
Felicidades a los que instauraron este blog, y ya dejen de quejarse señores realizadores, si todo lo que criticamos en realidad les hace el gran favor de publicitar su obra... y gratis!.
romeomarta@yahoo.com.mx
jajajaja tan chistoso se pelean, esta llamita y la mabel esa... jajaja,
"llama asquerosa, te voy a tirar por el culo. ya se quien eres llama de mierda.
no soy zoofilica, pero igual te voy a dar para tu manaso" ..........jua jaua jua jua jua !!!!!,
oye mabel que creativa eres con tus insultos!!, ahi esta comprobadisimo ya encontraste tu talento no lo desperdicies!
CHARQUE DE LLAMA
Ernesto Guevara Quiroz
Debo confesar que estaba tentado de ir al cine con mis textitos clásicos de cine, pero fija que me iba a distraer, ya saben tras las cartitas de ida y vuelta en torno a las primeras críticas que se hicieron al film, pero me arriesgué a acercarme a la peli como simple mortal que soy, pero claro llevaba en los hombros la tonelada de decires en torno al film que fueron muy difíciles de dejar en la puerta del cine.
La llamita era tierna, desbordaba cariño y su infantil trote reflejaba la belleza del altiplano. Hasta que viene el Llokalla y zas, chau llamita. La llamita muere y el asesino es el llokalla. La culpa la tienen las costumbres fiestocuetilleras responsables del ch´aky nacional, más la chamboneada, de, supervillano boliviano más buscado, al manejar un truficito azul que responde a la chapa de “Tom Crus”.
Es en media hora de historia, más o menos, que la pregunta, que da nombre al primer largometraje producido por la Fábrica, se responde. Al contrario de las estereotipadas películas de suspenso La Llamita no cuida mantener respuestas pendiendo de un hilo, quizás porque su fin no sea el suspenso precisamente. En el film, el suspenso es más bien accidentado adrede. El recurso de la persecución es el más explotado y con bastante éxito salvo en alguna partecita en que se pone lenteja, creo que antes de llegar a Montero o pasando. No cabe duda que el sostén de toda la película es el buen trabajo de guión, irreverente y de giros inesperados.
El Cine boliviano tiene poco repertorio de comedias, el film de La Fábrica, ha tenido la capacidad de construir un espejo social casi de tono documental al llevar a la pantalla nuestras cantinfleadas culturales y de lógica nos ha permitido mirarnos al espejo, aunque sin el soundtrack trágico que caracteriza nuestras vidas. Frente a ello, mejor reirse, el recurso humorístico es el mejor medio para vernos reflejados sin hacer tanto drama. Como dice el Papirri “si vivir no es como para morirse”. Pero ojo, no vayamos a pensar que lo que sucede en la Llamita es pura ficción, cuidadito, es no más un espejo al que hay que ponerle atención para encontrar nuestros defectos y encararlos, haciendo patria pues, sin esquivar o atribuir sólo a los personajes la responsabilidad de nuestros conflictos.
En relación al trabajo de la dirección, trate de encontrar todos los aportes del director cual rezaban en su famosa carta y me cansé al tiro de tanta búsqueda y no encontrar nada realmente nuevo. A la vez muchas de las cosas que vi en acierto y en desacierto resultaban difíciles de atribuírselas solo al director.
Al respecto, creo que el mejor acierto del film es el trabajo actoral de los personajes principales. Me gustó especialmente la interpretación del Narrador, el Llokalla y el Camba Nazi porque es a través de ellos que la comedia se hace posible, la naturalidad de la actuación e incluso de las sobreactuaciones le hacen mucho bien a la película. Entre chiste y chiste dejan ver nuestras malas costumbres como el machismo, la mañudería, la exageración, la poca seriedad, lo calentones que somos, nuestros absurdos, el kechicherío y un sin fin de detalles de un guión que parece por un cuate que sentó en la plaza unas dos semanas a ver pasar a la gente escuchando con agudeza los miles de dramas bolivianos
Técnicamente la peli demuestra una vez más la docilidad de los formatos digitales tanto para el registro como para la postproducción. Incluso por la técnica es posible experimentar con formas narrativas. Eso se advierte en los anuncios explicativos de palabras populares que se hacen con generador de caracteres, en los recuadros animados y desde luego en las pantallas múltiples. Aunque la verdad, considero que en la primera parte de la película funciona bien, luego decae y en algunos momentos se satura al espectador con el abusivo uso de elementos significantes como: sonidos, música, diálogos, imágenes y caracteres todo al mismo tiempo, rico de principio, pero muchas veces sin que la historia lo demande.
La Llamita es lo mejorcito del cine digital nacional de los últimos años por muchas razones. Recordemos que en el proceso de producción intervienen muchos talentos que definen con su pequeña cuota el éxito o fracaso de los proyectos. El director es una pieza más, peor la verdad sentí que muchos técnicos se manejaron solos demostrando que hacen su oficio bien. Claro que hay tareas que mejorar como el sonido que es a momentos envolvente, especialmente cuando toca Alcoholica, y estéreo clásico en la mayor parte del film creando irregularidades muy notorias en la sala cinematográfica, pero en fin a la Fábrica este tema se cuidará mejor en sus próximos filmes.
La historia deja suelta una cosita que me hubiera gustado saber. Ojalá se hayan mandado un buen charque de llama, la única supercomida orureña, y como casi toda comida de Oruro, sin ensalada. Buen provecho y salud por el cine que vendrá.
Caramba!! quién es ese Luis Rodriguez? Romeo Marta? Mabel? la Llama? que formas!!!
¿Que cajos hacen?
¿Se dan cuenta de lo bajos que son?
¿No tienen otra manera de sacar su ira?
¿De dónde tanto odio?
Por favor publiquen una foto suya y no sean cobardes en sólo esconderse en el computador y ofender así nomás a la gente!! qué les pasa!!! llamo a la reflexión señores!! ¿me pregunto si son profesionales ó no han tenido un mínimo de amor y educación para que terminen expresándose de esa manera!!?
Y a esta otra muchacha actríz que tantno mencionan, me pareció muy buena, qué tiene? qué importa si uno es tuerto, o tiene mal aliento ó por último es homosexual, qué tiene? es tan importante estar bueno para ser actor? ó productor ó director?
ojalá los comentaristas publicaran su foto!! los aplaudiría!! Pero que sarta de mierda!! que pena.
"Manuel Revive". manuelrevive@hotmail.com
Ví la peli coincido con el sonido y esas imágenes que a veces cansan, pero dá para morir de la risa..buena peli bolita!! felicidads a los productores, al direc tb pero su carta la cagó. Y al equipo que trabajó en la peli tb felicidades
Odio? formas? Bajos? este Manuel, otro que no lee nada de lo que se escribe en el blog. LEE MANUEL!, lee, nadie se ha muerto por eso hasta la fecha.
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