viernes, junio 16, 2006

Tinta Roja



A veces cuesta ser periodista. Las noticias se te quedan en la cabeza y poco a poco nos vamos convirtiendo en aquello que nunca quisimos ser. Caemos y nos perdemos en un abismo del que quizás no lograremos salir. Olvidamos todo, vivimos el trabajo, dejamos a los nuestros y terminamos siendo parte de la noticia.


“Tinta Roja” es un testimonio de lo antes mencionado, introduciéndonos en la vida y emociones de Alfonso (protagonista de la historia), quien sin saberlo acabará siendo algo que nunca imaginó, dejando a un lado el sueño que tenía (como el mío) de ser escritor, adentrándose en una trama llena de altas y bajas, sueños, frustraciones y periodismo.


Debo admitir que no me gustó el ‘background’ de Alfonso; eso de no tener padre, vivir con su mamá y una tía, y tener una novia que estudió en la misma facultad. Pues, junto con un sinfín de otras situaciones, cotidianas para un habitante de cualquier ciudad de la “América morena”, terminan convirtiendo en “lugares comunes” situaciones que podrían haber sido mejor aprovechadas en el desarrollo narrativo. Aunque sin estos detalles la historia y sus personajes tampoco habrían sido lo mismo, no tendríamos las mismas posibilidades de cercanía e identificación con ellos. Mejor dejémoslo así.


La vida da giros extraños, en especial para Alfonso; quien, forzado por la vida, los guionistas, y en partes la novia, empieza a trabajar en algo que nunca le gustó, y poco a poco su vida va cambiando con ello. Así termina dando a parar en la sección de “Crónica Roja” de un periódico de mala muerte.


Hablando del desarrollo de personajes, un elemento que me agradó de la guionización de Fuget fue el equipo de “crónica roja”, que ente sus diversos caracteres tenía (entre otros) al fotógrafo que sólo hablaba cuando estaba borracho, el chofer que siempre tenía una frase (que combinaba el drama, humor y sabiduría, espetados en el momento apropiado, en un testimonio de lucidez bajada de Internet). Y Faunez, editor del suplemento, padre, cómplice y amigo de Alfonso.


Es necesario mencionar que, así como los personajes principales fueron cruciales para sostener la trama, sin los secundarios la película no habría tenido ese toque tan especial que posee, esa posibilidad de hacernos sentir como si los conociéramos en la vida real. Y es muy fácil notar su gran apoyo, sellado con un elenco de actores no muy conocidos y la magnifica manera en que respondieron a las expectativas que se formularon al inicio del rodaje. Esto se hace especialmente notable cuando la película se desarrolla en el bar, o mientras descansan; ellos siempre están presentes cuando el guión lo requiere, evitando caer en la mala costumbre de no usar apropiadamente los personajes secundarios, algo muy de moda en estos días.


Otro elemento que me dejó una buena impresión fueron las charlas “de a dos”, con un manejo de cámara, iluminación y diálogos totalmente acertados y acordes a los contextos que presentaba la película. Así, en la mayoría de las ocasiones, uno podía sentirse parte de esa íntima charla.


Los personajes y la historia que cuentan o construyen cada uno están muy bien trabajados, en especial el de Faunez, personaje clave para el desarrollo de la película; el jefe que a veces da los sermones del padre que nunca tuvo Alfonso y las lecciones de vida que puede compartir un hombre que vive al límite.


El estilo de vida de Faunez y la concepción que se tiene de él dan un giro tremendo cuando se descubre que, nuevamente, las apariencias engañan. Y es así como Alberto Fuguet y los guionistas que adaptaron esta novela se encargan de que esta no sea la historia de siempre, la del tipo que se descarrila, y por que ya está “súper arruinado” empieza a trabajar en lo que sea. A Alfonso lo trataron de otra manera. No dejaron que eso ocurriese, hubiera sido una decisión suicida; el público de estos días busca algo distinto, algo “alternativo”, si vale el término. Así la historia sigue el desarrollo que quisieron darle desde el principio sus creadores, sin caer bajo. Manteniendo siempre un nivel alto; aunque a ratos la trama se torna cursi, pero la verdad no importa. La película pasa, es digerible. Haciendo así de esta una magnífica obra, donde uno puede identificarse con los personajes (lo hice), y puede ver a través de los ojos de Alfonso. Un tipo que quiere ser escritor, pero antes tiene que estudiar una otra carrera ‘alimenticia’, que tiene una novia que no sirve para nada, que anda siempre con un libro en la bolsa, alguien que a veces se desconecta del mundo porque simplemente no lo entiende.


Sin lugar a dudas el guión, y por supuesto la grandiosa obra original de Fuguet, estuvo fantástico en el manejo de los cuestionamientos y problemas de todos los personajes, mostrando una maestría que me sorprendió y mantuvo el nivel de interés por toda la película. Supongo que este appeal personal repercutió en el resto de la audiencia en otros niveles y tonos.


“Tinta Roja” tiende a momentos a ser cíclica, pero logra un alto nivel de expectativa, y es mejor no descartar que uno pueda llevarse una sorpresa, por predecible que huela el argumento. Y es que la película se mueve cerca al espectador, en una ciudad latinoamericana muy propia y común, dura y llena de pesares, con personas como nosotros, que andan en busca de varios porqués, tratando de sobrevivir en medio del caos, la pobreza y la corrupción, lejos de todo ese brillo y glamour que tiene el cine hollywoodense.


Tanto la película como el libro son obras fantásticas, no puedo cansarme de decirlo. Son de esas películas (y libros) que al verlos (o leerlos) te llenan de verdad. Sin explicación te identificas con los personajes y haces una especie de comparación con el mundo en el que vivimos y el planteado por el autor. De pronto conoces algún tipo como ese, haz hecho cosas parecidas a las que hace Alfonso, tu novia te ha dejado “colgado” igual que a él, en fin.


“Tinta Roja” es – como dijo Fuguet – un “clásico instantáneo” sobre el sueño de ser escritor y la odisea que significa serlo por estos lares. Con esto en mente nos encontramos con una mezcla de emociones y sentimientos en la que todos los personajes participan tanto como los espectadores, en una de las películas que más me ha gustado y de la cual se puede rescatar muchos aspectos, técnicos, visuales, y de actuación, con las salvedades de tratarse de cine latino y de escaso presupuesto. Esperando que la película llegue nuevamente a la ciudad porque merece que se la vea más de una vez no dejo de recomendarles que la vean cuando tengan la oportunidad de hacerlo.

3 comentarios:

Leontina Grey dijo...

Mirá, creo que el personaje que mas me cuadró de la peli fue el chofer, me pareció genial...En cuanto al jefe de redacción, Faunez, me pareció demasiado forzado, es decir,la típica historia del tipo que las ha vivido a todas, y encima tiene un hijo con síndrome de down con un final entre drogas y tragedia demiasiado jodido...No digo que la realidad no sea cruel, es verdad, todos los días lo confirmo, pero esa partecita no me agradó. El resto del film estuvo bien. Saludos.
LG

Diego L. dijo...

Gracias por la crónica. Esta amaneciendo y me ha permitido hacer una breve crítica de la pelicula.
Saludos

Mika dijo...

Me encanto tinta roja, ademas de casi todos los libros de fuguet.

saludos.