6. John Talabot – “fin”
Es comprensible que las bondades del clima mediterráneo hagan que, para los ciudadanos del norte de Europa, Barcelona parezca un perfecto sucedáneo del Caribe. Lo que no deben hacer es pensar que la música electrónica de la Ciudad Condal es la banda sonora de un incesante despiporre playero. Aunque sería exagerado hablar de una escena conformada por estos tres, además de compartir numerosas referencias y espacios, El Guincho, Delorean y John Talabot tienen en común el aborrecer que les digan que su música es tropical. Pero si en el caso de El Guincho las tonalidades africanistas le jugaban en contra cuando argumentaba que lo suyo no era tropical, y con Delorean la onda baleárica era aún perceptible, las señas ibicencas son incluso menos evidentes en el caso de Talabot. Las texturas de su música, la huella rítmica de su producción, tienen muy poco que ver con los sabores de los trópicos, y parecen más bien provenir de una mirada algo menos monocromática a la música de The KLF (vaya de ejemplo "Epak Ine"). Eso explica su afinidad con gente como Jamie XX o que algunas de sus canciones nos recuerden a Caribou o Four Tet. Incluso en la canción "El oeste" Talabot se contagia de ese pavor distópico que ha marcado la electrónica británica en 2012 (Raime o Andy Stott verbigracia). No hablamos, en rigor, de un disco para tomar el sol o ambientar una fiesta de espuma.
Pero hay trampa en eso de llamar a este el debut de John Talabot. Bajo otro alias, Talabot acumula casi 15 años de veteranía, aunque en una vena más cercana al techno que al downtempo de "fin". Hay más, tres años separan "Sunshine" (megahit que firmó Talabot en 2009) y este lanzamiento, pues el barcelonés se tomó su tiempo para asegurarse estar satisfecho con cada beat y filamento sonoro de "fin". Igual, no es esa cocción obsesiva lo que distingue el trabajo de Talabot. Lo que le da ventaja sobre sus competidores es su tratamiento de la memoria y la imaginación como materiales. Pero John Talabot no intenta ser retro ni hipnagógico. Como sucede con Delorean, su música nos habla más de la vigilia (brumosa pero vigilia al fin) que de la superposición incierta de ensoñación, recuerdo y realidad, tan explotada -al menos superficialmente- por mucha de la electrónica reciente. Interesado en explorar las profundidades del espacio perceptivo, Talabot evita los clichés del género y mantiene un nivel de implicación que obliga a estar más atento de lo que el clubber promedio suele estar. Eso tampoco quiere decir que no se pueda bailar con estas canciones y, de hecho, "Missing you" es tan funky y sedosa como cualquier hit discotequero de este año.
Ya que hablamos de no-debuts, el descubrimiento de este disco no es Talabot, sino Pional. Este vocalista y DJ madrileño se inventa una versión balearic del northern soul en "Destiny", una de las canciones del 2012, y quizás la mejor de “fin”. No es una coincidencia que un vocalista sea lo más destacado del álbum, dado que el juego con los elementos vocales, sean samples o provengan de un vocalista de verdad, son uno de los principales motivos de Talabot. Así, la diversidad de su paleta sonora dota a su música de una cualidad hiperactiva, que contagia y se proyecta incluso cuando juega con texturas nostálgicas ("Estiu", "When the past was present", "So will be now..."). Todas esas virtudes se traducen en volutas estilísticas que, abandonando esa impertinente tendencia del house a comportarse como un fractal, nos guían hacia espirales de sensaciones nuevas. Esa apuesta por la individualidad y la renovación hace de "fin" el debut perfecto, incluso para un veterano como el artista que se esconde tras la platinada máscara de John Talabot.
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