Si Chuck Berry se hubiese enganchado al rock después del declive de la primera
“Invasión Inglesa” muy probablemente lo suyo habría sido el punk, una forma extrema del rock que marcó el primer punto de quiebre generacional dentro de ese movimiento. Como para 1977 los fanáticos más veteranos del rock ya rondaban los 40 y sus más nuevos aficionados apenas estrenaban su segundo digito, ya existía una brecha generacional significativa, y con ello diferencias formales, estéticas y de preocupaciones al interior del movimiento rockero, inicialmente homogéneo y contracultural. En otras palabras: Mi “papá rockero” (¿oxímoron?) ya no podía –no debía, más bien– entender la música que me gustaba escuchar
hoy, como sus padres no entendían la que él escuchaba
hace algunos años. Ese rol debía jugarlo el punk.
Restringiéndonos a lo musical para trazar un brevísimo linaje del género, hemos de tomar el año 1977 como la cúspide y punto de inflexión de un movimiento formativo que se extiende desde 1974 y que comenzó a declinar velozmente, hasta casi desaparecer hacia 1979. Con este objetivo y definiendo nuestro marco de análisis entre 1963 y 1981, desde la consolidación del garage rock y la eclosión del surf rock y hasta el primer coletazo de la segunda oleada del punk, dividimos la tarea en dos partes, dedicadas al estudio de las raíces y vástagos del punk 77, el análisis que a continuación proponemos.
Primitivos rastros de la suciedad y la furia
Un arqueólogo del punk tendría que encontrar en “Lo
uie, Louie” el primer espécimen de este género. Histórico hit de garage rock, este himno de los Kingsmen, de 1963, ya contaba con los elementos distintivos: una balada caribeña trastornada en un
jam instrumental indisciplinado, con letras incomprensibles, casi gritadas sobre una pieza de energía incontenible. Punk disfrazado de transgresor rock fiestero.
Desde la costa californiana el sonido reverberante lo ponían las bandas de surf rock, como los Trahsmen o Rivieras –autores de “Surfin Bird” y “California Sun”, de extremos más potentes que el ejemplar melodismo de otros exponentes del género- mientras la violencia amateur de las bandas de garage era provista por ? & The Mysterians (que ostentan el honor de haber sido el primer grupo despectivamente llamado “punk”) o The Troggs. Del otro lado del atlántico los
mods entregaban riffs memorables como los de “You really got me” o “My Generation”, estableciendo un caldo de cultivo que, durante el dominio hippie, sería sustrato de múltiples bandas de garaje, alejadas del flower power y de diversas formas precursoras del punk.
La mítica Detroit, entre 1967 y 1969 se ocupó de amamantar a los más notables proto-punks, iracundos y ruidosos grupos como los MC5 y The Stooges de Iggy Pop, que conferían la rudeza del trasfondo industrial de la "Ciudad Motor" a su música, fuertemente distorsionada y de amplificada violencia, cargada de mensajes políticos nada conciliadores, mientras que Alice Cooper otorgaba el sentido de la teatralidad provocadora, también típico del punk posterior.
John Cale, productor del debut de los Stooges, había contribuido ya desde su banda Velvet Underground a conformar un léxico punk en Nueva York, que con los maniáticos travestidos de New York Dolls y los experimentales Godz pusieron en circulación una necesaria condición callejera, una actitud nihilista urbana, de la que se apropiarían bandas posteriores. También en la gran manzana la poetisa Patti Smith jugaría un rol definitivo desde la brecha entre el rock artístico y el punk, tendiendo con su demoledora “Gloria” (con los genes garajeros de Van Morrison y Them) un puente entre la sensibilidad vanguardista y la furia punk. Un(a) beatnik en anfteaminas y con hormonas furiosas, masticando sucios riffs de batalla.
Otras bandas seminales del movimiento proto-punk fueron The Sonics, The Modern Lovers, The Dictators, The Dead Boys, The Monks o los peruanos Los Saicos (que merecen especial atención al inaugurar ideológicamente el movimiento ya en 1965); mientras el futuro género seguía absorbiendo influencias de lugares tan diversos como el hard rock de los Seeds y Barbarians, el surf distorsionado de Link Wray y hasta del blusero Bo Diddley, maestro de los acordes simplistas.
Ya para 1976 se sentía que algo nuevo estaba por suceder. Nueva York y sus legendarios CBGB y Max’s Kansas City bullían con bandas como The Ramones, The Heartbreakers o Television, estirando de pared a pared un nuevo sonido urbano, callejero. En Inglaterra los pub rockers, en antros similares (como el no menos mítico The Roxy), apenas necesitaban un empujoncito para desatarlo todo, para
“hacerse punks”. Con América distraída serían los Ramones los encargados de tirar la bomba en las islas. El resto, es historia antigua.
Hijos, Nietos y Parientes Lejanos
Si The Clash fueron los profetas multiculturales, los Sex Pistols los macarras violentos y los Ramones una suerte de Beatles incomprendidos del movimiento punk, la tarea de ir asignándoles herederos es casi tan inabarcable como la de encontrarles progenitores. Habiendo sido ya el mismo punk tan diverso podemos, precariamente, atrevernos a citar algunas líneas de influencia evidentes, que en el marco de la primera oleada punk, a continuación tratamos de encontrar algunas líneas rectoras, seguramente limitadas.
Entre los herederos directos del movimiento tenemos a las bandas de la segunda oleada punk, marcadas por el hardcore, que incluye a los Dead Kennedys, Minor Threat (a su vez padres del
straight edge), Bad Brains, Exploited o Hüsker Dü (próceres del hardcore de grandes guitarras disonantes); a los que añadimos a los algo menos rudos Social Distortion y Bad Religion. Otra rama del punk evolucionaría al mismo tiempo hacia rumbos más comerciales, como el New Wave bailable que adoptaron con sofisticación The Rezillos y The Undertones, o los ya paradigmáticos Blondie (¿Hace falta mencionar sus excursiones en el vilipendiado disco?). En otras vertientes los sintetizadores comenzaban a penetrar el punk, como sucedía con los Tubeway Army, banda de un precoz Gary Numan, mientras el callejeo hedonista reemplazaba las frustraciones generacionales en el Oi! futbolero de Sham 69.
Con The Misfits y The Damned como conspicuos padres del
horror punk, de poderosa contextura musical, potentes cantantes con voz casi de tenor y referencias estéticas cercanas al rock gótico, no extraña que hayan aparecido herederos post punk afines a ese estilo, como Siouxsie & The Banshees, Echo & The Bunnymen o los mismos Joy Division, que siendo mucho más amplios musicalmente, también fueron inspirados en la senda musical por una histórica presentación de los Sex Pistols en Manchester.
En la estela de los magníficos Television, siguiendo un sonido de
guitarras más elaborado, reteniendo el reduccionismo pero hacia horizontes mucho más expansivos, Wire, Pere Ubu, Gang of Four y Mission of Burma otorgaron espesor artístico al post-punk, completando con Public Image Limited – grupo del ex Sex Pistol Johnny Rotten – los Birthday Party, Killing Joke y Suicide el lado más intelectual y ruidoso del post punk, que bebió de fuentes musicales dedicadas a la exploración de las vanguardias minimalistas, como el
krautrock o los compositores contemporáneos (i.e. Cage, Messiaen, etc.).
Buscando bandas que, habiéndose formado en el punk, lo transformaron radicalmente en formas expresivas propias, la lista parece interminable; e incluyendo a grupos característicos de posteriores movimientos, como los Talking Heads, Flipper, DEVO o The Wipers, todavía estaríamos dejando fuera del recuento a numerosísimas otras bandas, de decididas influencias provenientes del punk 77.
Reconstruyendo el árbol desde las raícesTan diverso como fue el punk, es dificilísimo hallar trazas comunes para bandas que, siendo punk, se expandían desde el surf’n’roll hasta el blues rock distorsionado, como es el caso de Radio Birdman y The Saints, o que incorporando elementos del revival mod y del sonido Beatle de Hamburgo, como The Jam o The Buzzcocks, hayan sido colegas de los transgresores Plasmatics o Slits, que tenían “delicadas” damas en roles tan beligerantes como el de los archiconocidos Iggy Pop o Johnny Rotten. Con el nervio político de The Crass, auténticos anarquistas militantes, o los fundamentalistas “DIY” de Alternative TV, compartiendo escena con el nihilismo sobrecogedor de Richard Hell o el cachondeo de The Stranglers, simplemente debemos admitir la imposibilidad de encerrarlos a todos en una categoría. El punk decididamente es tan grande como el rock mismo, ya que parte de un nuevo universo escindido del rock por la fuerza revolucionaria de este primer movimiento, único y fundamental, que en 1977 cortó definitivamente el cordón umbilical.