Si en el antecedente “Rubber Soul” estos músicos geniales se habían permitido madurar a través del desengaño, la autoconciencia y una infinidad de posibilidades musicales, aquí derriban a cañonazos las puertas de la percepción y redibujan a su gusto su futuro pathos, y con éste el de toda la música que vendría.
Alcanzando un techo insospechado, los cuatro de Liverpool construyen su primer disco sin fillers, una obra maestra circular. Aludiendo a Tim Leary, al fisco y con un optimismo oscurantista, incluyen rocanroles típicos, venues protoelectrónicas, psicodelia colorida y muchísimo más, en un espectro musical perfecto, de amplísima belleza y atractivo infinito, en un disco sobrecogedoramente inagotable, intemporal.
“Blonde on Blonde” – Bob Dylan
El mejor Dylan, cáustico, visionario y alucinado, lanza uno de sus más robustos trabajos (el primer álbum doble de la historia) culminando un ciclo que transformó la cara del rock para siempre. El Bob folkie y poeta terminaba de sumergirse en la revuelta eléctrica.
Hay que ver lo que es capaz de hacer un beatnik con guitarra eléctrica, un maestro compositor soportado por la mejor banda de rock disponible (The Band + Al Kooper + Joe South + Kenny Buttrey), un genio al timón de la lisergica vanguardia musical; líricamente floreciente, surrealista, procaz, absurdo, cínico, con su habitual desparpajo nasal y mostrándose profundamente intelectual pero rebelde.
Producto de esta insólita sinergia obtenemos fusiones de bluegrass con baladas tradicionales, de melodías ragtime con el auténtico bluesrock tierra adentro, de la solapada mordacidad dylaniana en las letras con la sensibilidad de la mejor música rock, en lo que finalmente vino a llamarse (de Dylan para acá) Folk rock.
“Pet Sounds” – Beach Boys
El verdadero disco de rompimiento para la música pop. Orquestaciones portentosas, preciosas armonías vocales, incrementada profundidad lírica, samples y experimentación, voces multivía e instrumentos multicanal, un Brian Wilson en estado de gracia, gancho comercial melódico y más capas de sonido que la torta de matrimonio de tu mamá; genuino precursor del “Sargent Peppers” y todo lo que vendría después.
Considerado, justamente, por muchos como el mejor (o segundo, por estrecho margen) disco de la historia, el mayor mérito de este trabajo de ceelestiales texturas está en permitir la consolidación del rock como expresión artística y la toma de la música popular como su lenguaje universal.
“Aftermath” – The Rolling Stones
Sus satánicas majestades comienzan su dilatado periplo, descolgándose el título de “banda de covers” de blues tradicional, para desatar el descaro cockney que haría de ellos, unos años más tarde, la banda más grande del mundo; lanzando aquí su primer disco completamente “original”.
Narrando historias urbanas, oscuras y sensuales, o dibujando madres toxicómanas y perversos amores retorcidos, Jagger y Richards se demuestran como compositores dotados; mientras, de la mano del pletórico Brian Jones, los Stones descubren que son también músicos inventivos, incluyendo riffs orientales, sitars, dulcimers y marimbas en varios temas de esta obra fundamental de la primera era dorada stona.
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