Texto presentado en el evento "Web 2.0 para todos - 1ª Cumbre de Voces Bolivianas"
Hace no más de dos años la comunidad bloggera boliviana –y uso comunidad con excesiva libertad– iniciaba su existencia de forma oficial, orgánica y quizás definitiva. La adquisición de una autoconsciencia plena, plasmada en el surgimiento de modos organizativos simbólicos y prácticos, convergía con un floreciente interés social y mediático por el soporte y sus productos. Sin duda era un gran momento para ser un bloggero en Bolivia. El momento fundante de la experiencia que se ha llamado blogósfera boliviana.
Durante ese tiempo, así como en el mundo los blogs han experimentado intensas transformaciones y avances, en Bolivia su crecimiento y consolidación ha continuado, aunque sin el momentum inicial ni con los alcances de otros contextos. Sorprende sin duda –considerado el pobrísimo estado de los medios tradicionales bolivianos– que los blogs y medios 2.0 no hayan conseguido establecerse como elementos conformadores de la realidad boliviana, en este caso desde el correlato social. Pero son otros cambios los que despiertan mayor interés, puesto que sin obedecer arquetipo alguno, la blogósfera boliviana ha mutado bruscamente en los últimos tiempos.
Las características de desterritorialización semiótica que ésta tenía, por ejemplo, han desaparecido. Ahora la lectura de cada blog demanda una actualización contextual que se replica en los encuentros bloggeros realizados -casi como queriendo eliminar este territorio sin territorio- primero en Santa Cruz y luego en La Paz, e incluso en éste [la cumbre de Voces Bolivianas]. Las ventajas léxicas del soporte tampoco se han aprovechado en plenitud, proliferando blogs empleados como sucedáneos de publicaciones físicas antes que ensayos, nativos del campo bloggero, por expandir las características distintivas del medio. Y finalmente, la arbitraria omisión de la primera comunidad de blogs bolivianos y sus remplazo por una iniciativa privada, ha terminado anulando el proceso de constitución social de la blogósfera boliviana –que ciertamente tenía numerosas falencias pero no carecía de legitimidad y se encaminaba con naturalidad preclara.
Pero no son todas invitaciones al lamento. Los blogs continúan ganándose espacio en la esfera pública, prueba de ello son las varias notas y secciones que se les dedica desde la prensa nacional. Lo mismo los blogs institucionalizados que mantienen entidades usualmente ligadas a los medios, la opinión pública o las artes. Se han publicado igualmente –incluso en revistas académicas, pero primordialmente en la blogósfera misma– interesantísimos artículos analizándola desde perspectivas sociológicas, comunicacionales, discursivas o tecnológicas. Estos procesos apuntan hacia la continuidad del desarrollo de la blogósfera nacional, pero no son indicios suficientes para determinar su actual situación, o posición, dentro de nuestra sociedad. Superada la vertiente estadística pura, habrá que esperar mayores y más claras manifestaciones en tales aspectos si es que se quiere establecer o inferir políticas organizativas en la blogósfera nacional.
Pero, ¿cómo se ve la blogósfera desde su interior? A pesar de una evidente desaceleración en su crecimiento y de la desaparición de algunos de sus exponentes más señeros, la blogósfera nacional continúa enriqueciéndose a diario. Atestiguamos así la aparición de voces cada vez más plurales, como las presentes en esta cumbre, y la constante participación de bolivianos dispersos en todo el país y hasta en el exterior; bloggeros migrantes que mantienen un contacto intenso con el país por medio de los blogs y sus tecnologías afines. También se ha producido una migración bidireccional entre los blogs y los medios de comunicación tradicionales, pues muchos periodistas y escritores han abierto su blog –casi en una movida desesperada para no ser arrollados por la tendencia–, mientras algunos bloggeros comenzaban a ver sus notas reproducidas en periódicos o revistas. Claro que todo esto con menor significatividad que en países donde ya existen semanarios completamente integrados por notas tomadas de blogs o donde se publican blogs en formato físico; pues en el país se da una simbiosis que parece ser más beneficiosa (por la pluralidad de enfoques) para los medios tradicionales que para los blogs (que ven condicionadas sus oportunidades de “éxito mediático” a la mitigación de las lógicas renovadoras propias de la escritura blogosférica). Es posible no considerar estas “transcripciones” de medios tradicionales –que ven el soporte de los blogs como un medio gratuito de publicación y nada más– como blogs per se, pues éstas revistas estarían publicándose sin cambios en papel o en una web pagada, por lo que tal relación no carece de polémica. Sucede algo parecido con la prosa [y poética, como acabamos de ver] absolutamente menor que suele plagar la mayor cantidad de los blogs nacionales e internacionales. A medias entre la ficción confesional y la narración maximalista de lo cotidiano, no tiene sentido quejarse de las virtudes literarias de los blogs, valor que jamás se han arrogado, cuando la prensa tradicional tampoco están mucho mejor en dicho ámbito, dejando escapar yerros de auténtica verguenza.
Los blog también han conseguido mantener intacta la polisemia que les es tan distintiva, conservando su potencial para dejar huellas productoras de interacciones textuales (a veces diferidas). Su escritura también se ha mantenido inalterablemente como un proceso lingüístico metafórico –en esto según Fauconnier, Turner, Lakoff y Johnson– y hasta se podría arriesgar uno afirmando que la creciente subjetivización de las noticias, que cada vez contienen más opinión y menos información, se entrelaza con la tendencia opinativa típica de la blogósfera, donde predomina lo subjetivo y personal sobre la data y exposición.
Un fenómeno que también se ha profundizado en el país es el relacionado al uso de las tecnologías web 2.0 (blogs particularmente) como dispositivos para la espectacularización del yo. Un canal para, como sugiere el nada gratuito título de esta nota, desencadenar al shandy homuncular de cada bloggero. Guy Debord presagiaba este fenómeno al hablar de la Sociedad del espectáculo, que Paula Sibila –autora de “La intimidad como espectáculo”– actualiza categorizando la blogósfera como el lugar de lo ex-intimo, sugiriendo una intuitiva "superación" de la realidad en los modos de los blogs, mientras abre un terreno indagativo vastísimo para las ciencias del comportamiento humano, que podrían deleitarse abocándose al análisis de la la ficcionalización de la vida privada o de la exposición del yo espectacularizado.
Cerrando esta intervención corresponde declararnos escépticamente optimistas –en un maravilloso oxímoron– frente a las perspectivas de la blogósfera boliviana. Torpedeada por los mismos problemas que han hecho de nuestro país el extraordinario estado que es, la comunidad bloggera ni es la fallida réplica social que pintan algunos ni el adolescente inocentón que sugieren otros. Lo real es aquello que vamos viendo hoy y que iremos percibiendo, de a poco, alrededor nuestro; y esto va construyendo el futuro blogosférico nacional. Debemos, eso sí, evitar convertir la blogósfera en un ghetto (influyente solamente en su reducida esfera de lectores/autores) o una logia (la penetración del internet en el país es un grandísimo tema pendiente, delimitando los alcances e influencia posibles de la blogósfera a temas socioeconómicos).
Siempre el espacio ideal para la expresión pluriarquica, los blogs han abierto y consolidado un ejercicio que permite y empodera a todos lo que decidimos usarlo como materializador de nuestros derechos; sea como plataforma gratuita de publicación, herramienta social, lúdica interface para “sacarle la mostaza” a todo el mundo, diario personal en versión digital, etc., etc. Lo que está indiscutiblemente claro es que llamarlos “nuevos e inexplorados” es ya imposible.